UN EVENTO A FAVOR
DE LA HISTORIA
Amanece un nuevo
día, hace frío. Me tomo un tinto para entrar en calor, hoy es un buen día para
ser libre. Eso he pensado durante muchos años, y lo seguiré pensando así, pues
mientras haya vida hay esperanza. Hoy damos inicio a una aventura de libertad, para
la cual necesitamos ser libres pues de otra forma no podríamos hacerlo.
Queremos recorrer los caminos ya recorridos por nuestros antepasados, para
experimentar un poco lo que cuesta la libertad y la paz que hoy tenemos.
Somos un grupo de
caminantes llenos de esperanza, fe y verraquera para emprender una aventura; ir
a pie desde Charalá hasta Bogotá, con el propósito de conmemorar los 200 años
de la independencia de Colombia, en memoria de los Comuneros de antaño,
aquellos que levantaron su voz de protesta por las injusticias reinantes en
esos días de colonia. ¿Cuántos somos?, ¿Cuántos llegaremos? Son unas de las
preguntas que nos hacemos, tratando de animarnos en tal empeño. No somos ni
muchos ni pocos, somos los que somos y con esos es suficiente.
Creo que la
cantidad no es tan importante, sino la voluntad de unos cuantos, que con gran
empeño deseamos mostrar a otros muchos que aquí hacemos patria. Reconociendo de
antemano que nuestro caminar conlleva una gran carga de emociones encontradas
por aquellos que murieron buscando justicia sin hallarla; algo que aun hoy no
se ha encontrado y que hay poca esperanza de recibir, pues esto es un tema de
nunca acabar. Tal vez un día cualquiera dentro de otros 100 o 200 años alguien
piense en repetir tal hazaña, con objetivos parecidos a los de hace 200 años
atrás, y quede con la sensación de que aun no se han alcanzado las metas
propuestas desde un principio, pero esto es algo apenas entendible, el ser
humano es imperfecto, por ende injusto.
Estoy convencido
que muchos compatriotas hubiesen deseado realizar esta marcha para conmemorar
la ruta comunera de hace 229 años, pero las circunstancias no lo permitieron y
fuimos pocos los que pudimos hacerlo, por lo que considero un privilegio haber
estado entre los caminantes de la Ruta Comunera 2010.
Días después del
evento fueron muchos los que dijeron haber querido estar, pero antes de dicho
evento muy pocos se le midieron.
Estando en Charalá,
se oían frases como “Yo quería ir, pero…
“escusas… de tal forma que de allí no salió ningún representante.
Charalá, Julio 6
de 2010.
Somos más o menos
unos 50 voluntarios, listos para iniciar un recorrido extenuante, que al pensar
en la distancia a recorrer ya nos sentimos cansados. Tal vez sean unos 330 km o
algo así, lo que dista a Charalá de Bogotá. Ya listos nos despedimos del
pueblo, y unas cuantas personas incluyendo al cura y la alcaldesa nos dan su
bendición. Después de una noche de farra por las ferias, no había ni un alma
despierta en esos momentos. A la salida de Charalá, en el puente, hay un
monumento donde dice que ocurrió allí una batalla llamada de Pienta, algo poco
conocida pues no tiene aún un reconocimiento en la historia de Colombia, como
muchas otras batallas que el pueblo ha luchado sin ser reconocidas. A partir de
este punto, damos inicio a nuestra propia historia, recorrer los acabados o
peor aún, los desaparecidos caminos que enmarcan la historia de los comuneros
de 1781. Comenzamos un ascenso por caminos de herradura, trochas y también por
carreteras veredales, todos en estado similar; bastante acabados o maltrechos
por el agua y la maleza. Durante el camino podemos ver el color de la
esperanza, es verde, ¿saben? También pudimos ver la alegría de las gentes, la
tristeza, el abandono, pero vimos algo que nos levantó el ánimo; los niños.
Estas tiernas e inocentes criaturas salían de sus casas y de las escuelas a
saludarnos, dándonos a entender que algo importante estaba pasando allí hoy.
Después de varias horas de camino, unas 5 o 6 tal vez y con la ayuda de unos
vehículos al fin llegamos al Socorro. Ya bien cansados, hambrientos y
embarrados hasta los ojos, pudimos ir a descansar; para retomar un nuevo día de
camino.
Socorro, julio 7 de 2010
Que maravilla, el
Socorro se lucio con la despedida de la ruta comunera. La gente salió a las
calles con entusiasmo a aplaudir y a desearnos buen viaje a la ruta comunera.
Daba nostalgia salir de allí.
Ya en el camino nos
enfocamos en la realidad del viaje, comenzamos a pisar agua y barro. Llegamos a
Confines, hay un gran recibimiento por parte de los niños de las escuelas y
colegios, nos aplauden y se gozan con nosotros. Pero no podemos quedarnos allí
pues la meta es Oiba, y aun esta bastante lejos. De Confines a Oiba encontramos
una parte del camino que es más un lodazal que una ruta para humanos. Aquí
aparece en escena un Helicóptero del ejército que da vueltas como quien nos
cuida. Llueve en Oiba y el recibimiento es bajo la lluvia. El hambre es atroz,
son como las 5 pm y no hemos almorzado, me puedo dar cuenta que cuando uno
tiene hambre lo demás pierde importancia. Hasta las cosas importantes.
Oiba, julio 8 de 2010
En la mañana nos
hacen la despedida y bendición por parte de la población. Caminamos por
carretera casi todo el trayecto a Guadalupe. Salimos junto con la caballería,
que espectáculo mas hermoso, las banderas se confunden con las gentes y el
paisaje, es realmente precioso verme en medio de tal evento. Me sorprendió ver
un Black hawk (Halcón Negro) en un potrero a la orilla del camino, es algo
extraño para mi este tipo de paisaje. Pero es genial...
Durante el trayecto
me acostumbre a su sonido, me hacia sentir bien acompañado. Al llegar a la cima
de la montaña por donde caminamos nos esperaba una sabrosa carne a la llanera,
esto nos dio energía y ánimo para continuar la jornada. Ya en Guadalupe somos
recibidos con gran pompa, bandas y festejos. Esto se me hacía más normal cada
vez. Aunque nunca antes me recibieron tan bien por caminar.... Esa noche
dormimos un tanto acosados, hasta un borrachito llego a la madrugada a buscar
donde dormir, despertando a todos a punta de gritos. ¡Doña juliaaaaa!
Guadalupe, julio 9 de 2010
Madrugamos como
todos los días para alistar nuestros trastes, acomodarlos y echarlos a la
espalda para iniciar una nueva jornada. Nuevamente la despedida del pueblo,
esto nos llena de orgullo patrio, nos hace sentir parte de algo importante. Ya
en el camino nos reunimos a cantarles el feliz cumpleaños a 3 compañeras, mas
adelante pasamos por una quebrada llamada las gachas, por los huecos que tiene
en su curso. Son de una belleza aterradora.
Seguimos caminando,
es un camino con tanto barro que nos enterramos hasta las rodillas. Esto hace
muy difícil caminar, pero nos motiva mucho el hecho de ver en las escuelas del
campo salir los niños a recibirnos con tanto gusto, que el barro es lo de
menos. Antes de llegar a San José de Suaita nos detenemos en una bella cascada
llamada de los Caballero, en honor a una familia dueña de una fabrica de hilos
la cual hace mas de 25 años quedó abandonada.
San José de Suaita julio 10
Aquí la gente es
muy amable, nos atendieron como a turistas. Pudimos dormir bien. Oh! Un tinto
en la mañana. Delicioso. Que rico es ser bien atendido. Arranca la marcha,
vamos de nuevo por un camino que hará unos 200 años no se transita, nos cuentan
que por allí dejaron todo abandonado por causa de los enemigos de la paz.
Alguien dice que el trapiche esta abandonado por culpa de las normas de higiene
para la elaboración de la panela, pero que va, ¿entonces a los caminos también
les pusieron las mismas normas? Cruzamos una quebrada bastante crecida, allí
algunos se caen y se empapan, se perdió un sombrero en la travesía.
Continuamos por una
carretera de lodo hasta llegar a San Benito Nuevo, hay gente esperándonos,
también hay un refrigerio. Que buena es la gente en los pueblitos, nos hacen
sentir como personajes importantes. Seguimos el camino hasta Guepsa, es
subiendo, disminuye un poco el barro en la vía. Nuestros pies están empapados
de lodo, ya duele un poco el caminar. En este camino huele a panela recién
hecha, esto nos calma un poco el hambre que sentimos, durante este largo
camino, no hemos almorzado y son como la 4 pm.
Ya gracias a Dios
llegamos a Guepsa. Como ya es costumbre nos reciben con desfile y algarabía,
pero de nuevo por causa del hambre nos parece mas emocionante que nos lleven a
comer.
Guepsa, julio 11 de 2010
Bueno, aquí se vive
bien, pero con muchas dificultades. La panela esta muy barata y no hay
suficientes ingresos para arreglar caminos ni las mismas viviendas, esto impide
que haya mejores condiciones de vida para los habitantes quienes dependen
totalmente del campo. El cura del pueblo nos da un mensaje para llevarle al Sr.
Presidente, que ayude al mejoramiento de las vías y a los precios de la panela,
pues aquí se trabaja duro y parejo pero no se pueden sacar los productos al
pueblo, además los costos superar el precio final. Creo que este problema lo
padecemos casi todas las regiones en Colombia. No se que estará pasando.
A estas alturas del
camino ya hay muchos caminantes con llagas en los pies y se hace más lento el
caminar. Tenemos que esperarlos y a veces ayudarlos a caminar. Aun así
caminamos por paisajes tan hermosos que da gusto vivir estas aventuras.
Montañas con mucha niebla y frió, pero sus gentes alegres y optimistas de vivir
allí.
Al medio día
llegamos a Cite, nos recibieron con desfiles y bandas, luego salimos para
Puente Nacional lugar de destino de esta etapa. Ya en Puente Nacional nos
reciben con un pequeño grupo de soldados de la guardia española, como en la
llegada de los Comuneros de antaño, y hacemos la representación de la época,
acto que resulta ser de mucho agrado para el pueblo y de relax para nosotros
pues nos divertimos bastante. Tal vez la historia no nos diga mucho, pero es
bueno recordar viejas épocas y saber que gracias a muchos hombres y mujeres
valientes de ayer, nosotros hoy tenemos una mejor vida.
Puente Nacional, julio 12 de 2010
Hoy descansamos un
rato aquí. Fuimos a Vélez, donde se inauguró un monumento a los carabineros de
la policía, y se hace un desfile por la ciudad. Allí en Vélez nos dice un
historiador que en 1740 ocurrieron unos hechos históricos para resaltar, donde
la población se sublevo contra el aumento de los impuestos y ahuyentó del
pueblo a quien iba a recoger tales tributos, y que la historia no les ha
reconocido ese hecho. Si estuviese en nuestras manos hacerlo, porque no
hacerlo? Cada pueblo tiene derecho a su historia. ¿Pero me pregunto yo, como
favorecer a estos pueblos para que construyan patria cada día y tengan un
desarrollo para sus gentes? Creo que hay que hacer algo más que darles un lugar
en un libro de historia patria. Después de una tarde en Vélez, volvimos a
Puente Nacional a descansar pues sigue la ruta hacia Bogotá. En Puente Nacional
alcanzamos a lavar algo de ropa pero no hay suficiente sol para secarla. Por lo
que nos toca llevarla húmeda, aumentando el peso en nuestras espaldas.
Puente Nacional, julio 13 de 2010
Nos encaminamos
hacia Saboya en Boyacá. Aquí se acaba Santander, ahora pasamos a Boyacá, tierra
de grandes sabanas, que parecen colchas de retazos. Hay que abrigarnos más pues
el frío y la lluvia aumentan. Pero que paisajes tan hermosos, todo se ve como
en una sola dimensión, plano.
Ya en Saboya, hay
recibimiento al cual no esperamos mucho pues queda mucho camino por recorrer
hasta Chiquinquirá. Nos vamos por la antigua ruta del tren, la cual se ha
convertido en un camino carreteable en regular estado, bastante inundado y
embarrado. Esta vez nos dieron almuerzo en el camino, así no tendremos que
almorzar a la hora de la cena. Llueve al llegar a la ciudad, pero a la entrada
vemos mucha gente esperándonos, es realmente fantástico, los niños felices al
ver esos caballos tan grandes de la policía. Sus aplausos nos entusiasman, nos
dan calor. Hay desfile hasta la catedral y allí nos reciben con toda la
importancia de la historia.
Me sentía como en
otro mundo, como en un sueño, como si fuese yo parte de la historia a la cual
estábamos rindiendo un homenaje. Es una sensación increíble, verse aplaudido
por mucha gente desde las afueras del la ciudad hasta el parque principal, yo
pensaba que solo en los pueblos pequeños podría ocurrir tal acto. Ya algo noche
nos retiramos a descansar pues la jornada fue un tanto larga.
Chiquinquirá, julio 14 de 2010
Que bella esa
catedral, que hermosos es estar aquí. Mis padres me hablaban mucho de las
peregrinaciones a la virgen de Chiquinquirá. Viene la bendición del sacerdote y
salimos para Susa. Iniciamos la marcha por vías rurales hasta simijaca, vemos
muchos pinos y eucaliptos. Que bellos caminos. El aire silba por estos lados, y
el frío penetra la piel. Miro hacia atrás y veo la fila de gente a pie con sus
banderas, pienso en mi familia, que estarán haciendo en estos momentos, sería
mejor estar con ellos en casa, será que esta aventura dará algún fruto para
alguien o como me dijeron algunos; eso es no tener nada que hacer, gente sin
oficio. Miro hacia delante y me doy cuenta que el camino no ha terminado aún.
Ya vemos el pueblo,
allí a la entrada nos reciben con pólvora y destapan una placa a la entrada del
pueblo, en honor a los comuneros. Aquí también nos dan algo de comer, productos
lácteos, pues aquí la ganadería es importante. La gente para sus labores para
salir a saludar, que maravilloso es que lo saluden a uno cuando llega a algún
lugar. Trataré de no olvidar esto nunca más. Pues muchas veces vemos al
forastero como alguien de quien cuidarnos.
Continuamos nuestra
marcha hacia Susa.
Susa, julio 15 de 2010
La tarde de llegada
a Susa llovió como nunca antes, se fue la energía eléctrica, se nos mojo hasta
la cama, y dormimos algo regular, con mucho frío e incómodos. Pero bueno
amanecimos bien y listos para otro día. Caminando para Ubate, me sorprende ver
que ahora siembran antenas en las montañas, se puede divisar que en los picos
más altos están llenos de antenas de comunicaciones. ¿Será este un método
moderno para reforestar? Me pregunto.
Pasamos por Fúquene
un pueblito pequeño de casas grandes y bonitas, en donde trabajan las
artesanías. Seguimos caminando, todavía hay barro, tenemos hambre, hace sol,
parece que va a llover. Preguntamos a la gente de las veredas ¿Cuánto falta
para llegar a Ubate? Unos dicen, una hora, otros, dos. No hay acuerdo en eso,
lo cierto es que caminamos y caminamos varias horas y aun no vemos la meta,
cuando llegamos al Ubate ya había pasado todo, la caballería llegó como 2 horas
primero que nosotros, y se había soltado un aguacero que sacó a correr a todo
mundo. Entramos al parque sin pena ni gloria, esta vez no hubo aplausos ni
bienvenidas, casi duele. Que le vamos a hacer, mañana habrá que correr más
rápido.
Ubate, julio 16 de 2010
Que bella iglesia
de Ubate, cuanta historia tienen estos pueblos. Gente trabajadora. Aquí
disfrutamos de un clima algo mas suave, hicimos un recorrido por el pueblo y
tomamos fotos, pues la salida era en la tarde para Sutatausa. Ya al medio día,
asistimos a los actos de despedida de la ruta, nos sentimos un poco mejor pues
uno se acostumbra al buen trato. Llegamos a Sutatausa en medio de la lluvia, el
bosque parecía de Europa o algo así, se nublo y hacia frío, pero era un paisaje
tan hermoso que hasta el frío lo soportábamos con valentía. Llegamos al pueblo
y el recibimiento fue sencillo pero agradable. Es un pueblo cargado de
historia, su iglesia tiene pinturas antiquísimas, y un museo con objetos
históricos de gran valor. Tierra de minas de carbón, principal recurso
económico. Y muchas bosques de hermosas coníferas, donde las grandes rocas se
tatuaron figuras humanas en sus rostros.
Sutatausa, julio 17 de 2010
Es una mañana
fresca y agradable para caminar, el cura nos da su bendición y partimos para
Nemocón, por un camino de piedra en medio de una montaña de rocas la cual se
quemó hace unos meses atrás por el fuerte verano. Nos acompañaba un baquiano,
para no perdernos en el camino. Ya en la punta de la montaña, nos subimos a
unas de piedra altísimas para divisar mejor el paisaje. Daba miedo ver el
abismo.
Aquí en este punto
de la montaña, a alguien se le dio por ofrecerle al baquiano y a otro caminante
un producto llamado chimu o algo así, lo cierto fue que estos dos personajes se
enfermaron inmediatamente y estuvimos allí como una hora esperando su
recuperación, para poder continuar. Gracias a Dios no paso a mayores. Seguimos
subiendo hasta un caserío, donde nos dieron tinto. Por aquí hay minas de
carbón.
Y así continuamos
hasta llegar a Nemocón, tierra de la sal. De alguna manera pudimos encontrarnos
con la caballería para entrar juntos al pueblo, pues ya no podíamos soportar
entrar solos a los pueblos, poco a poco nos fuimos dando cuenta que los
aplausos no eran solo por nosotros los caminantes. Ya en Nemocón nos esperaba a
la entrada una caravana de tanquetas del ejército para el desfile al pueblo.
Nos acogieron muy
bien, además tuvimos una charla sobre porque en la independencia Santander es
primero, vimos fotos y cenamos y a dormir, para poder arrancar el día siguiente
a Zipaquirá, destino final. A estas alturas ya nos sentíamos con ganas de
llegar a la meta.
Nemocón, julio 18 de 2010
En la mañana
arrancamos con entusiasmo para Zipaquirá, los que aun tenían problemas de
llagas en los pies se hicieron remedios, se pusieron vendas y se animaron para
terminar esta jornada. Al rededor del medio día llegamos al monumento de los
comuneros en un punto llamado el Mortiño en Cogua. Nos comentaron que allí
estuvieron los comuneros por espacio de 15 días esterando las capitulaciones, y
que en este lugar los ayudaron con comida y algo más. Cuantas cosas aprende uno
al revivir la historia, pues es muy distinto que le cuenten algo en una materia
o leerlo en un libro antiguo, a conocer los sitios y escuchar de los abuelos
las historias patrias. Es como vivirlo uno mismo. Se le pone arrozuda la piel
por la emoción de la narración de personas que aunque no lo hayan vivido, lo
cuentan como algo propio. Llegamos a Zipaquirá, que recibimiento señores, allí
estaba el Gobernador de Santander, la Ministra de Cultura, el General Naranjo
de la Policía y otras personalidades mas. Que satisfacción tan grande, que
orgullo escuchar palabras de admiración por parte de estos señores de la
patria. Después de las palabras de elogio, salimos para Bogotá al monumento de
los Héroes a hacer una ofrenda floral a los verdaderos héroes de la patria,
aquellos que dieron sus vidas por la libertad de Colombia. A las milicias del
Socorro, como reza en dicho monumento. Y a todos los demás ejércitos de la
patria, de ayer y de hoy. Esta vez no capitulamos, y pudimos entrar a Bogotá
sin ninguna oposición, hasta nos ayudaron parando el tráfico para poder
culminar con éxito tan loable tarea de “REVIVIR NUESTRA HISTORIA” Misión
cumplida.
JoseFerchoZamPer