Hubo
un día en mi vida, el cual me da miedo recordar, fue
aquel día en que se me dio por pensar.
Recuerdo
que regresaba de un día más de trabajo, como todos los demás días.
Llegue a mi casa en Bogotá, la que está en una de las montañas de
la capital, pues también a nosotros nos han desplazado.
Estaba algo cansado del viaje, pues
regresaba de parís aquel día y por descuido del capitán fue
necesario hacer una parada técnica para recargar combustible. Ya
comprenderán ustedes que eso nos ocasiona algunas incomodidades pues
tener que bajarse a pagar en sitios desconocidos no es muy
conveniente. Lo cierto es que se nos demoro el viaje y me fastidie un
poco.
Llegue
a casa y no encontré a nadie en ella, entonces decidí apagar el
celular, la tablet y algún otro aparato de esos que uno carga por
razones de trabajo, para evitar que me molestaran y así poder
descansar. Era tal el cansancio y la costumbre de andar solo que ni
me acorde de llamar a mi esposa, por lo tanto ni idea donde andaba.
Me
acosté y como algo muy normal no me podía dormir, entonces cometí
el gran error de mi vida, “me puse a pensar”.
Comencé a analizar el porqué los
empleados se quejaban tanto del sueldo y del trabajo que realizaban,
pues se les pagaba muy bien, la gran mayoría de ellos ganaban algo
así como unos us$300 mensuales, ¿“trescientos dólares”? me
asusté al pensar en tanto dinero por cada uno de ellos, con razón
que se gasta tanto mensualmente, y eso es solo a los de las fincas
cafeteras, y pensar que el precio del café está tan barato.
Por
tal razón fui a parís a pactar nuevos precios para mi cosecha, allí
logré que me pagaran a us$4,50 libra. Pues los pude convencer que
toda la cosecha era de la más alta calidad y con los mejores
cuidados fitosanitarios, además se pudo vender como un producto
ciento por ciento orgánico.
La
ventaja es que casi todo lo que vendo es comprado a los campesinos de
la región a unos precios que ni para que les cuento.
Yo
pensaba en ese asunto y me reía pues el negocio era bastante bueno,
por eso es que no comprendo de que se quejan los campesinos.
Luego
me acordé de mi hijo mayor, y me recorrió un escalofrió por todo
el cuerpo, me pregunté: ¿donde andará ese muchacho? es que me da
cierto temor de que un día cualesquiera me desbanque de mi puesto,
pues ya es mas inteligente para los negocios que yo, desde la escuela
esta sacando avante una empresa de multimedia, y se esta volviendo
muy conocido en el medio de los juegos, pues a todos les gana y los
deja sin para la lonchera. Se atrevio a decirme que cuando salga de
la prepa, le deje dirigir una de mis empresas, aquella que yo le gané
a mi padre.
Digo le gané porque me toco
declararlo no apto para dirigir su fabrica de chocolates, pues ya
estaba al borde de la quiebra por buena gente, se le dio disque por
mejorarles las condiciones salariales a sus empleados.
Como
ustedes entenderán yo no podía permitirme esos lujos, como le digo
a mis colegas, necesitamos cuidar la rentabilidad, minimizar los
costos y aumentar las ganancias. Y esto solo se logra aumentando los
precios al consumidor final y disminuyendo los salarios y la calidad
del producto, claro que sin que nadie se entere, así nos ahorramos
ciertos problemitas con el gobierno, a esto es a lo que se le llame
“ser astuto”.
Por
estas razones fue que me hice amigo de los banqueros, pues ellos si
que saben hacer prosperar sus empresas.
Como
a eso de la media noche, extendí mi mano buscando a mi esposa en la
cama, pero no la encontré, y entonces pensé, ¿donde andará, si
ella sabía que yo llegaba hoy?, que se habrá hecho, para donde se
iría? Pero bueno a la final ni la necesitaba esa noche, pues la noche
anterior en parís había estado con mi amiguita francesa, y lo que
necesita era descansar. Lo único que me preocupaba era que me
estuviese adornando la frente, eso si sería bien feo para mi
reputación.
Claro
que siendo consecuente, hacía tiempo que no nos veíamos, menos
pasar algún tiempo juntos. Pues con mi trabajo y los viajes era un
tanto difícil, pero también es cierto que ella jode mucho, pues me
dice cada que voy de viaje que la lleve a pasear, como si no tuviera
bastante que hacer, además ella se la pasa todos los días de paseo
con las amigas.
Que
dirán mis colegas si me ven viajando con la mujer, pensaran que me
la tiene montada, y eso no es bueno para los negocios pues ellos cada
que me los encuentro me presentan amiguitas con las que podemos salir
a divertirnos, sin ningún compromiso.
Bueno,
pensándolo bien como que es hora de llevarla de paseo a algún
pueblito turístico por aquí cerca, pues ella también se merece una
salidita a tierra cliente.
Ah,
pero que mamera tener que montar en carro, con esos trancones que se
forman saliendo de Bogotá, y que decir del regreso.
Al
fin no supe a que hora me dormí, lo cierto es que al otro día, bien
tarde me desperté y mi esposa estaba en casa, y me sacó el cuento
disque había llegado tempranísimo, pero que yo estaba profundo
entonces para no despertarme se había dormido en la habitación de
huéspedes, pues ella sabía que yo había llegado muy cansado y le
dio pesar conmigo. Vaya cuentos tan raros, pero bueno creo que todo
esta bien.
Me
desperté tanto o mas cansado de lo que había llegado, pero lo grabe
era que me sentía con algún tipo de culpabilidad por lo que pensé
la noche anterior, y eso si que afectaba mi buen juicio. Entonces
encendí todos mis juguetes y vaya, la vida me volvió, igualitica
como antes, sin remordimientos ni culpas, pues comencé un nuevo día
de rutina.
Por
eso hoy les escribo esto, para recomendarles muy encarecidamente, si
quieren mantenerse sanos no piensen muy seguido pues “pensar es
dañino para su salud”.
Uf,
que agradable ser uno mismo.
by.
JoseFerchoZamPer
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