Enmendar lo errado
Caminaba junto con todas sus
miserias, convirtiéndose así en una fuente inagotable de entramados fracasos.
Pareciera que todos sus agentes, causantes
del desorden, se sintieran atraídos por el orden cronológico de las tragedias suscitadas
por el caos. Y aún así tienen otra
reflexión sobre el nivel de intervención de sus acciones.
¿Y esto no sería actuar contra el
mundo, al establecer su propia manía, que limita y entorpece la búsqueda de
soluciones para establecer un buen orden?
Durante decenios, nadie los
cuestionaba, y con ello conseguían la unificación que proponían.
Sin embargo hoy, él tiene
criterio propio. Y a pesar de las dificultades citadas, este es el buen camino.
Si no se identifica con la opinión de sus autores, son imperfectos.
La lucha
contra el hambre moldea el trabajo, en un medio cuyo objetivo deseado es
pretender la excelencia, pero la dura realidad pone cada día las cosas en su
sitio.
Para afrontar las dificultades, es
necesario tener los pies en el suelo y tomar conciencia de la magnitud del
reto.
Para encontrar el equilibrio
entre el número de personas destinadas a progresar y la cantidad de
oportunidades existentes, es evidente que el resultado rozaría la imperfección,
ya que ello sería económicamente inviable.
Los artículos del fondo son, al
fin y al cabo, los productos que se venden.
A mayor calidad, mejores ventas. Pero la calidad se pone en duda, no
tanto por su presencia sino por su ausencia, también por lo negativo de su apariencia.
Aunque la calidad se da por
supuesta, las apariencias son traicioneras, para un comprador ocasional como para uno cualquiera.
Y es de entender que cualquier producto,
aunque proceda de la mejor pieza, ha de ser revisado con lujo de detalles, para
evitar ser presa de las supuestas condiciones óptimas de aquel que dice dar el
visto bueno a los productos de su empresa.
Y aunque parezcan mentiras, se cuentan por
montones todas aquellas ocasiones en que ni el propio fabricante tiene tiempo
de revisar sus hermosas confecciones.
Por los afanes del día a día, justo
antes de hacernos responsables de nuestros propios actos, somos los primeros en
dar el punto de vista de lo que sucede afuera en la calle.
En cuanto al modo de trabajar, cada
uno debe sopesar y decidir cuál se ajusta más a su perfil, que en el mejor de
los casos, no existe ningún equipo y todo se limita a hacerse responsable de su
labor, y de seguir las pautas para no caer en las incorrecciones de lo estipulado
por el sistema centralizado.
En la medida que los jefes se encierran
en sus oficinas, los empleados corren a toda prisa a darle rienda suelta a sus
risas.
Así se empieza, hablando de economía
y de política, después se critica hasta al más experto en la jornada
futbolística, aquel profesional todoterreno, que sabe de todo, aunque no sea
especialista en nada, con toda fluidez en la comunicación interactúa sobre la
eficacia y pertinencia de la unificación de criterios.
Empezamos bien.
Una amable “señorita”, se molesta
porque le hice una simple pegunta, como si yo tuviera que entender los secretos
que encierran su esbelta figura.
A la final yo también creo que perdí
allí mi cordura, cuando cometí el error de hablar de tan maleable finura.
Claro está que con estas
profesiones nuevas, uno ya no puede confiarse de todo lo que llevan puesto tan
bellas hermosuras.
Pensarán que no pude resistirme a
sus encantos, quizás debería haberme callado, pero no aguante más, y por eso lance
semejante pregunte.
Señorita, ¿sabe usted quién era el
cirujano de Germán Monster, o del caballero de la triste figura?
El resto es historia.
JoseFerchoZamPer
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