Encuentro Nacional de Caminantes
Jamundí 2018
Un contraste
entre la vida y la muerte.
En este país hay muchos que
luchamos por una vida mejor, luchamos contra el tedio, la rutina, la
desesperanza, hasta en contra de la obesidad, con tal de ver a una sociedad saludable
y longeva.
Muy
feliz me encontraba el jueves 28 de junio viajando para Jamundí Valle del cauca
a participar en el XVII Encuentro Nacional de Caminantes 2018.
Salimos
de Bogotá al atardecer, con el ánimo de llegar de madrugada, para arrancar a
caminar en la primera jornada. Al salir de la ciudad nos encontramos con unos
interminables trancones en sus calles, aunque para los capitalinos eso es lo
normal, o el pan de cada día, como quien lo acepta sin mostrar ninguna apatía.
Fueron
dos horas perdidas hasta llegar a su salida, después de ahí todo iba bien hasta
la tan famosa y recóndita “LINEA”. La cual, en medio de la noche no pude
divisar, pero si experimentar, que de Línea nada tenía, pues mi estómago así me
lo decía.
Cinco
horas pasamos en esta revuelta travesía, ese bus pujaba de bajada y de subida,
con las tres velocidades del burro lo hacía; “despacio, más despacio y parado”
como quien no quiere llegar a donde se dirigía.
A
las seis de la mañana, debería estar aquel día, iniciando la marcha en las
montañas de Jamundí sin cobardía. A cambio de eso, sentado y medio aburrido en
aquel bus que no se movía, me encontraba entrando a Calarcá con agonía.
Al
fin llegamos a Cali, en horas del mediodía, luego de continuar hasta el lugar
del encuentro, el otro berenjenal fue hallar un lugar para descansar y acomodar
los pertrechos y demás alijos que traía.
Pero
todo esto es apenas normal para un loco caminante y su compañía. Al momento de
encontrarnos con los amigos, todo lo bueno regresa a nuestras vidas.
Pérdida
ya la primera caminata, solo restaba acomodarnos y dormir hasta el otro día,
muy a las cuatro de la mañana levantarnos y ataviarnos para la correría.
Hasta
aquí, pareciera que esto no tendría ninguna alegría, pero no era así, apenas
comenzaba mi estadía.
La caminata.
Nos
subimos a un campero a las 5 y 30 de la mañana, salimos rumbo al corregimiento
de San Vicente, allí tomamos tinto con arepa y algo más, para calmar el hambre
y el frío.
Hicimos
calentamiento y arrancamos a caminar a las 7 y 45 aproximadamente. Un grupo de
53 caminantes, tres guías, un paramédico y tres baquianos de la región. Una
neblina fría y espesa nos cobijaba, algunas lloviznas también nos acompañaban.
La tarea era alcanzar la cima la cual no se divisaba, cubierta de misterio y de
ironía, sus senderos eran toda una agonía.
Trascurrida
una hora, más o menos, justo después de tomar algunas fotografías, arranque a
correr en la subida, con tal hacer otras tomas, desde arriba. Con la lengua en
la mano, pero con el pulso firme, hice otras varias tomas de la vía, ¡qué
paisajes!, me dije en voz alta para animar a los que atrás venían.
“Médico,
médico” gritaron varios con tétrica algarabía.
¿Qué
pasó? Contesté al instante, ¿alguien se cayó? Repuse.
Sí,
gritaban varios, pero se ve muy mal, repusieron otros.
¿Si
hay un médico que venga pronto? Pareciera ser un mal del corazón, gritó algún
otro.
Apresurado
me devolví, pensando que yo nada podría hacer, mas que elevar al cielo algunas
oraciones para pedir por su salud, o por su alma, dependiendo de la situación.
Al
legar allí, gracias a Dios ya estaba con él, un médico y un paramédico, además
de los que gritaban por auxilio. El doctor hacía masajes en el pecho, mientras
el paramédico soplaba con alientos, tratando de llevar aliento, al hombre
tendido boca arriba.
Levántele
los pies, me dijo el médico, un tanto asustado le hice caso, y orando en mi
interior, moví mis brazos para tomarlo de los pies y ayudar el algo. Pasaron
los minutos, no había avance, su cara palidecía, y su corazón no
respondía.
¡Vamos
amigo, no te vayas! Decían algunos, y con lágrimas en sus ojos, ya no podían ocultar
sus temores por lo que veían.
¿Qué
hora es? Preguntó el médico. Las 9 y 9, contestó uno. Tenga presente esa hora
insistió el doctor, siga dándole respiración, le dijo a su ayudante.
Por
la radio de comunicaciones no paraban de dar avances, la defensa civil, los
paramédicos y algunos otros que tenían la misma banda en ese instante.
Bájense
ustedes, les dijeron a dos de los baquianos, para que ayuden a subir los elementos
que hagan falta. Ya no hay nada más que hacer, nos dijo el médico, cúbranlo con
el plástico de caminante, y hagamos una oración para que en paz descanse.
“Lamento informar a todos los compañeros del
Grupo de Caminantes que nuestro amigo Bernardo
Castrillón falleció hace un instante, durante la caminata al alto de Vélez,
por un paro fulminante”. Con este reporte, concluyó aquel instante.
En
lo personal, duele mucho ver caer a uno de sus amigos en plena batalla, pero
reconforta saber que lo hizo en su ley, o haciendo lo que más le agrada.
Escribo
esto como un homenaje a la vida, a los caminantes, porque hay personas que dan
honor a la vida en contraste con la muerte, promoviendo la naturaleza, cuidando
el medio ambiente, reconstruyendo tradiciones ya abandonadas como los caminos
por los cuales recorremos la patria de antaño, tratando de llenar nuestras
almas de orgullo colombiano.
Aunque
los caminantes aun somos invisibles, ¡como fantasmas en medio de la noche!, da coraje
ver que hace más ruido un politiquero en campaña, que Mil trecientas y más
personas apostándole a la Vida, al turismo ecológico, esforzándose por acariciar
unas flores o unas plantas del camino para regocijar su existencia.
Hemos
gastado muchos años hablando de la muerte, del dolor y el llanto, generados por
la violencia que azotan a un país pacífico.
Qué
raro es ver llegar un grupo de personas embarradas hasta la cabeza, en una
tarde soleada y cálida de un pueblo. Cuando todos allí están secos y limpias
sus ropas, no saben que pensar, menos que decir.
Sin
restarle importancia a los Encuentros de Caminantes, quiero manifestar mi inconformidad
con muchos gobernantes locales, quienes dan poco espacio para salir tranquilos
a sus calles, a sus veredas, de esos municipios por donde tantas veces pase. Es
cierto que no son conscientes todavía de la dimensión que tienen estos eventos
para el turismo de una región, pero somos testigos de la alegría que les
ocasiona a muchos lugareños el hecho de que los visiten de cuando en vez, y los
motiven a ver su terruño como algo valioso e importante para sus vidas.
Al
hacernos visibles podemos animar a más y más personas a apreciar su entorno, a
valorar su naturaleza, y a amar la salud y la vida.
Aun
es paupérrimo lo que se hace por la conservación de los caminos y parques
naturales nacionales, ignorando en su mayoría las mismas leyes que los
protegen.
Con
la mirada fija en el horizonte, chequeando el extenso territorio, con la cabeza
siempre en alto, listo está el caminante para comenzar su jornada. Los ríos y
las quebradas parecieran oponerse a nuestros deseos de atravesarlos, las grandes
montañas y sus bosques también se han opuesto a ser conquistados, pero al saber
que nuestros deseos son solo el visitarlos y dar gracias al creador por su
existencia, entonces abren sus virginales mantos de diversidad para acogernos
con su gran extensión de castas selvas.
En
los últimos años el ejercicio de caminar se ha convertido en una de las recetas
médicas preferidas para mejorar la salud de la población adulta, el cuerpo toma
forma al caminar, las venas y las arterias se encargan de bombear la sangre,
que es la vida, por todo el cuerpo, combinándose con el oxígeno puro y fresco
recién elaborado por la naturaleza, además de alimentar el alma con sus
alrededores llenos de belleza, de color y vida.
Los
caminantes nos esforzarnos por conservar la naturaleza y disfrutar de las maravillas
que la creación nos ofrece; observamos nuestra fauna y flora, la promocionamos a
través de las redes sociales y demás medios que tenemos a nuestro alcance, con
el propósito de hallar más adeptos para cuidar más y mejor nuestro planeta.
Es
toda una experiencia que va más allá del dar un paseo, es una oportunidad para conocer
y compartir experiencias con otras personas, promover y enseñar sobre el
cuidado de la naturaleza, y la conservación del medio ambiente. Generando arraigo
y pertenencia, en todas aquellas regiones por donde se camina, exaltando la importancia
de las regiones, tanto para los visitantes como para sus moradores.
Los
caminos antiguos son símbolo de historia y paz, la memoria histórica de las
localidades, por dónde pasaron los conquistadores, pero también aquellos que
liberaron al pueblo de sus captores.
Asocaminemos
Socorro Santander.
Socorro,
Julio 6 de 2018.
JoseFercho ZamPer.
EXCELENTE CRONICA DE CAMINATA Y REFLEXION TRASCENDENTAL. Mis respetos Fercho
ResponderBorrarFercho ... Tus pies te llevaron hasta allá .. El Alto de Velez - (Jamundí - Valle) aquella mañana ... en medio de la niebla tú viviste uno de los momentos que quedarán por siempre grabados en tu mente y, que ahora, en medio del calor de tu hogar, escribes y describes ese momento para que, quienes leemos tus letras, vivamos ese momento, te acompañemos y reflexionemos cada vez que estemos caminando, por los caminos empedrados y los senderos entre montañas. Mis respetos para tí Fercho.
ResponderBorrarLos humanos necesitamos muy poco para ser felices, pero mucha experiencia para comprenderlo.
ResponderBorrarLos amigos son como los globos, una vez que los sueltas, puede que no regresen. A veces nos preocupamos tanto de nuestras vidas agitadas y llenos de problemas que ni nos damos cuenta que los soltamos todos. Nos enredamos en quién tiene la razón y nos olvidamos realmente de qué es lo correcto hacer. No nos damos cuenta de los verdaderos amigos hasta cuando ya es tarde...
Excelente ceonica. Un abrazo de una recién iniciada caminante
ResponderBorrarComo caminante en Jamundí nos enteramos de los sucedido es día nos afecto a todos, pero también comprendí que Dios lo llamo para que caminaron juntos, Dios bendiga a Fercho
ResponderBorrarMi más sentido pésame para la familia y amigos. Saludos desde México, Abrazos y sigan caminando,,,el mundo es bello. El....y Dios....los acompañaran por donde quiera que vayan. Viva Colombia y su gente hermosa��
ResponderBorrarUY...ACABO DE LEER ESTE CONTENIDO, ME TRASLADE INAGINARIAMENTE AL MUNICIPIO DE JAMUNDY, DONDE RECORRI SUS CAMINOS, FERCHO ME HAS MOTIVADO CON ESTA LINDA CRONICA,. QUE DIOS TE BENDIGA, Y QUE NUESTROS CAMINANTES, SIGAMOS ADELANTE MIENTRAS DIOS LO PERMITA. Q.E.P.D
ResponderBorrarHola amigos, acabo de llegar de una caminata hoy domingo, me senté frente a la pc, y me entero que hay varios comentarios sobre este tema, y en verdad me he alegrado mucho por ellos. Agradezco de corazón sus gratas palabras y espero llenarme de más motivos tanto para caminar y afrontar algunas vicisitudes del camino, como para hallar la inspiración para poder trasmitirles esos bellos y no tan bellos momentos de la vida caminera. Dios nos bendice.
ResponderBorrarQue hermosa crónica, la que me lleva a evocar esos bellos paisajes que disfruté en Jamundí y me motiva a seguir recorriendo caminos que enriquecen el espíritu y me eseñan a ser mejor persona
ResponderBorrarGracias, gracias , gracias
Con estos relatos vamos enriqueciendo el acontecer del caminante y los bellos parajes que tenemos en Colombia. Jamundi, nos brindó 25 rutas para todos los gustos. En todas, no podíamos estar. El reto está de nuevo para los organizadores: convocar un gran festival caminante para volver.
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