Cuando a los indígenas Nukak les
invadieron su territorio casi los extinguen; foráneos hostiles los obligaron a huir
de sus tierras.
Esto no ha cambiado aun para
ellos, todavía los vemos en la ciudad, pidiendo limosna para comer.
Aunque estaban perdidos en su
territorio ancestral, su repentina aparición en la “civilización”, fue toda una
sensación a la colombia internacional.
Todo aquello, a lo que ellos eran
inmunes, se contagió de enfermedad, y aproximadamente la mitad de su pueblo murió.
Dicen ellos, que los misioneros
evangelistas los ayudaron a convertirse en los “Nukak Makú = los últimos del
grupo.
Mitos
de la creación
Esta
es la historia del principio del mundo, cuando el cielo estaba cubierto de
oscuridad.
La
gran serpiente, la Boa, dio origen a los pueblos de las selvas amazónicas, la primera
gente vino al mundo en una canoa culebra que ponía sus huevos en los rápidos de
los ríos, saliendo del río Venado, donde fluyen todos los ríos del mundo.
Donde
la culebra depositaba sus huevos, ahí se originaba un pueblo, siendo el primero,
el mayor o más importante; y cada uno le seguía en la lista, hasta llegar al último
en importancia y valía, estos fueron los Nukak. Este fue el “Relato de un Baquiano
de la región”
A pesar de su reconocimiento
legal en el acuerdo de paz firmado en 2016, donde se incorporó un capítulo
étnico en el que se hace mención especial a los Nukak, y donde se establece el
retorno, el desminado y la restitución de su resguardo; los Nukak siguen siendo
los últimos en importancia y sin poder regresar a sus tierras.
Gran parte de los otrora
indígenas nómadas cazadores-recolectores, han sido reducidos a refugiados
sedentarios quienes viven en casas improvisados con techos de zinc, no pueden
cazar ni pescar como antes; para poder comer dependen de la ayuda del Gobierno
o de pedir limosna a los turistas, tratando de vender sus artesanías.
“Nosotros los vimos con nuestros
propios ojos”, al sentarnos a almorzar en el restaurante “ni me acuerdo” de san
José del Guaviare; casi y nos arrebatan los alimentos del plato, con cara de súplica
por su subsistencia.
Donde está el cuidado estatal para
con ellos, ignorados tanto por el “gobierno” como por el pueblo. Eran tan solo
unos niños, bastantes de ellos, por cierto, quienes llegaban rápidos y ligeros
a la mesa, con unos sonidos extraños para mí, mostraban el plato ya casi que, apañándolo
con su mano, a lo cual, entendimos que nos estaban pidiendo comida.
La primera vez les di un pedazo
de pollo, el niño lo tomo con su mano sucia, y salió corriendo a llevarle a sus
hermanitos, quienes, junto a su madre, esperaban en una esquina de la calle, al
rato volvieron varios más.
Algo más triste aun, fue el hecho
de que un malp… viviente me dice, “el problema de matar un zancudo es que
llegan muchos más a su entierro”.
Los Nukak son uno de los, al
menos, 65 pueblos indígenas de Colombia en “riesgo inminente de extinción”,
según la Organización Nacional de Indígenas de Colombia.
Pero, “Aquí no se puede decir
nada. Aquí nadie ve ni dice nada”, asegura un habitante.
Entonces, ¿por qué siguen aquí?,
“es la necesidad”, dice.
En la ciudad todo es distinto,
todo cuesta, mientras que en el campo uno se levanta, se toma un tinto, desayuna
y de una vez va pal monte. Aquí “muchas veces, lloro, porque me hacen falta mi familia”
…
La gente piensa
que nos traemos los niños solo para ponerlos a mendigar, pero como más vamos a
sobrevivir, “lo hago por ellos, por la necesidad”.
El laberinto mental
“Todo esto trae consigo repercusiones
en la salud mental”.
En la caminata a “Ciudad de Piedra”
pude observar una cantidad de calles y avenidas, a las cuales muchos le fueron dando
nombre; tales como: Avenida Boyacá, la calle del cartucho, etc.
“Cuando se está en una situación
crítica, y no hay quién nos pueda ayudar”, es cuando necesitamos de los líderes
espirituales de la comunidad.
“Las escalas y esas cosas”, no
sirven para medir un problema mental en pueblos indígenas. Y muchos no
entienden cuando les hablan de “salud mental”, dicen los expertos.
Como entender los problemas de salud
mental en los indígenas, si nosotros mismos no tenemos ni idea de la nuestra,
pues “andamos más locos quel putas”.
Como en “Ciudad de Piedra”, esos
laberintos nos desbarajustan la ubicación mental estática y rígida en la que nos
encontramos; así quedé al regresar a la selva de asfalto y concreto, “Bogotá”, ¡más
desubicado ¡
Ya en la gran ciudad, al subirme
al “Transmilenio”, volví a ver a los “Maku”, una cantidad de personas arrancadas
de su lugar de origen, en un alto riesgo en su identidad. Hambrientos,
desnudos, tirados en las calles suplicando por un mendrugo; pidiendo limosna en
los buses, restaurantes y en cada esquina de la calle.
¿No será que
es la sociedad la que está en la inmunda? Y, por ende, está en la última posición.
¿En la del desamparado y abandonado?
JoseFercho ZamPer
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