Como a la una de la tarde, salí a caminar por el centro de la ciudad,
llevando
en mi mano derecha el libro de la verdad.
La gente empezó
a correr, pero fue demasiado tarde;
la lluvia
empezó a caer sin previo aviso, mojándole las espaldas.
El
partido se tuvo que suspender y en silencio
La gente protestaba
y discutían sobre lo que podría suceder.
Sin
embargo, mientras la lluvia no daba tregua
en el
mercado campesino,
un grupo
de comerciantes gritaban,
“Cojan a esos
pillos”.
No obstante,
siendo capturados por los vecinos
Los dragoneantes
los soltaron porque,
No fueron
ellos quienes le saquearon los bolsillos.
Lo sucedido
allí dio pie para que uno de los detenidos
Exigiera ser
compensado por tanto ruido
Y los tristes
campesinos se quedaron sin su producido.
Las emisoras
registraron lo allí sucedido
Como algo
gracioso, un chiste de unos desconocidos
Un día común
puede pasar a ser algo inolvidable
El hambre
desata violencia en las personas de la calle.
JoseFercho
ZamPer
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