En tiempos aciagos, cuando el estado es precario
en el corazón, se ahoga la palabra y la poesía muere entre lágrimas, pero cuando
brotan los espigos, renace la poesía en el sembrador.
La poesía cambia el ritmo de la vida,
alimentando el gusto de vivir con alegría, dándole sentido a lo que sentimos
por la misma vida, es como la flor que se abre, y esparce su aroma.
Pretendiendo educar en las aulas, a quienes
hemos desfigurado con nuestro gran deseo de amar. Reunidos en un silencio
colectivo, generado por el ruido de todos.
Si todas las lenguas del mundo se reunieran
alrededor de la poesía, hablarían un mismo idioma y todos lo entenderían.
La poesía nos llega al espíritu, y posibilita
al hombre, recobrar la juventud perdida así como su falta de apetito.
Frente a la extrema dureza de la indiferencia,
y ante la impotente mirada de la sociedad, el mundo comparte la palabra como
fuente de esperanza y enamorada de la vida, como lo es la poesía.
Es la reflexión, una fuerza interior, en la
ausencia de palabra viva, y ante la dureza de los corazones azotados por realidades
improductivas, todo eso es poesía.
JoseFercho ZamPer
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