Hoy doy inicio
a una aventura de libertad, para la cual necesito ser libre, pues de otra forma
no podría hacerlo. Quiero recorrer los caminos ya recorridos por nuestros
antepasados, para experimentar un poco lo que cuesta la libertad y la paz que
hoy tenemos.
Como caminante
estoy armado de esperanza y fe, además de Berraquera para emprender una
aventura; ir a pie desde El Socorro hasta Bogotá, con el propósito de
conmemorar los 200 años de la independencia de Colombia, en memoria de los
Comuneros de antaño, aquellos que levantaron su voz de protesta por las
injusticias reinantes en esos días de colonia.
No somos ni muchos ni pocos, somos
los que somos y con esos es suficiente.
Creo que la
cantidad no es tan importante, sino la voluntad de al menos uno, que con gran
empeño desee mostrar a otros cuantos que aquí hay con quien hacer patria.
Reconociendo de antemano que nuestro caminar conlleva una gran carga de
emociones encontradas por aquellos que murieron buscando justicia sin hallarla;
algo que aun hoy no se ha encontrado y que hay pocas esperanzas de hallarla.
Tal vez un
día cualquiera dentro de otros 100 o 200 años, algún otro loco, piense en
repetir tal hazaña, con objetivos parecidos a los de 200 años atrás, y también quede
con la sensación de que aun no se han alcanzado las metas propuestas desde un
principio, pero esto es algo apenas entendible, el ser humano es imperfecto,
por ende injusto.
Estoy
convencido de que las circunstancias no lo permitieron ni lo permitirán, el
gozar de una verdadera libertad, pues siempre habrá escusas para preferir ser
esclavo de algo o de alguien, a cambio de pensar y actuar guiados por nuestra
conciencia.
Desfigurar la verdad
con mentiras, no es historia.
A finales
del siglo XVIII escaseaban los recursos en la corona española, y la única forma
de incrementar sus ingresos fue aumentarles el precio a los productos por estos
lados del mundo. Para 1780,
se inventaron el IVA, o impuesto a las ventas, el cual le sacó la piedra a los
pueblos de Socorro, Simacota, Pinchote y demás pueblos Santandereanos, al punto
de dar inicio la resistencia de los pueblos Comuneros.
El 16 de
marzo de 1781 en el Socorro se armó un berenjenal tal que, se prendió la
primera chispa de conmoción en esta villa. Y fue una mujer quien rompió el
edicto Real, y ante tal heroico y valiente acto se levantaron muchos que,
impulsados por ese momento de efervescencia y calor, se dirigieron a la casa
del Estanco, rompieron las puertas, arrancaron y despedazaron el escudo real,
rompieron y quemaron el papel sellado.
Entonces nos
pusimos en marcha para Bogotá, guiados por puro instinto salvaje e histórico.
Al amanecer
de un nuevo día, me tomé un tinto para entrar en calor, “hoy es un buen día
para ser libre”, me dije para mis adentros.
Era el día 7
de noviembre, muy temprano me puse en marcha, inicié mi travesía desde El
Socorro Santander, hasta Bogotá. Éramos un grupo de caminantes llenos de
esperanza, fe y berraquera para emprender esa aventura.
Pasé por un
caserío denominado Confines, donde descansé un rato. Las personas con quienes hablé
en esta población se manifestaron indignadas contra el gobierno local de su
virrey. Hablamos de la tal paz alcanzada con las guerrillas, existen mil
preguntas acerca del tema, se quejan del abandono en que se encuentran los
pueblos, que están muertos de hambre, que por allí solo llegan las
enfermedades. Que ya no nos queda más remedio que andar por los caminos
buscando que comer.
A las 2 de
la tarde, emprendí marcha hacia Oiba, pueblo célebre por ser el pueblito
pesebre. De Confines a Oiba me encontré con una parte del camino que es más un
lodazal que una ruta para hombres. Fui sorprendido gratamente por unas lindas
mujeres que bajaban al pueblo para donde me dirigía también.
Llegue a las
6 de la tarde, pero más muerto que vivo, muerto de hambre, muerto de sed,
muerto de cansancio y todo un catálogo de penas y fatigas, estoy tan rendido
que unas horas de reposo me son indispensables. Cuando se tiene hambre, todo lo
demás pierde importancia.
Aunque uno
tenga el honor de ser conocido, me pregunto en qué me he favorecido. ¿Acaso me
han sido agradables aquellas personas, su conducta noble, patriótica y firme me
ha llenado de placer? Desde luego que no.
Mi querido
compadre, soy su afectísimo amigo. ¿Me dice Usted, que desea saber mi modo de
pensar acerca de lo ocurrido en el país? Yo me hallo en una situación un poco
difícil, porque mi carácter recio me impide desentenderme de las situaciones y
conciliar mi deber con esta ilimitada desconfianza que no acierta a conseguir
paz ni gozo dentro de mí. No soy demagogo,
ni anarquista, pero habría deseado, no obstante, que fuésemos más agradecidos
con todo lo hecho por ustedes.
Oiba es un
pueblo pequeño, donde los pastos son excelentes y muy abundantes para la
ganadería. Pasé la noche en este pueblito pesebre, a las cuatro de la mañana
del siguiente, continué mi viaje para Guadalupe, caminé un rato por carretera,
luego me metí por unos senderos atravesando la montaña, encontré unos cazadores
que iban con sus perros en busca disque, de venados, como si eso existiera por
estos lados del mundo.
Como a las
cuatro de la tarde llegué a Guadalupe. Después de descansar y almorzar, dedique
las horas restantes del día, a hablar con algunos moradores acerca de la
situación económica y social de la población.
Al llegar a
la cima de la montaña, en una casita campesina, me tome una sabrosa sopa, me
devolvió las fuerzas y me dio ánimo para continuar la jornada. Ya en Guadalupe
como a las cuatro de la tarde, me encontré en la plaza principal, pude observar
a allí, una pareja de enamorados, quienes me recordaron mis años mozos; me
devolví como 30 años atrás, pero me duró muy poco la ilusión; pues tenía que
seguir mi viaje muy temprano en la mañana.
En la
madrugada me puse en marcha para evitar el calor, que con dificultad permite
transitar por estos caminos durante el día; la luna era clara y aunque es
peligroso pasar algunos parajes, tenía más claridad que en la noche, al aclarar
el día ya estaba bastante retirado de allí. Más adelante me encontré con una
quebrada llamada las gachas, por los huecos que tiene en su curso. Son de una
belleza aterradora. Pensé: ¿si me llegase a caer allí, a donde llegaré, al otro
mundo, o a la china? Ahí mismito me lave
la cara y refresque la mente, y continúe la marcha.
El camino
tiene tanto barro que me mantengo más enterrado que caminando. Esto hace muy
difícil el caminar, pero mi motivación era superior al barro. Antes de llegar a
San José de Suaita me encontré con una cascada tan hermosa, que me acerqué a
recibir su fría agua sobre mi sudoroso cuerpo.
De allí en
adelante el frio va aumentando y el terreno se va haciéndose más árido. Las
mujeres tienen buen color en su cara, esa noche estuve muy triste pensando en
mi amada, por poco y se me corrompe el corazón.
Se puede ver
una supuesta enemistad entre el pueblo y sus gobernantes, que yo quisiera
desvanecer, porque me consta que es falsa, sin embargo, aunque existe una
notable diferencia en el modo de pensar, la adhesión de los pobladores a los
politiqueros en épocas electorales es superior a toda la rabia que profesan
tenerles.
Al amanecer
de un nuevo día, reinicio mi marcha, de nuevo por un camino que hará unos 200
años no se transita, nos cuentan que por allí dejaron todo abandonado por causa
de los enemigos de la paz.
Qué buen
corazón el de la gente de estos pueblitos, será tan bueno, que creen tener
buenos gobernantes, aunque ellos estén tan empobrecidos. Mis pies están
empapados de lodo, ya duele un poco el caminar. En este camino huele a panela
recién hecha, esto me calma un poco el hambre, durante este largo camino, no
probado bocado caliente, pues casi no hay gente por acá.
Gracias a
Dios llegué a Güepsa. Por aquí se vive bien, me dicen sus pobladores, pero con
muchas dificultades. La panela está muy barata y no hay suficientes ingresos
para arreglar caminos ni las mismas viviendas, esto impide que haya mejores
condiciones de vida para los habitantes quienes dependen totalmente del campo.
Se trabaja duro y parejo, pero no se pueden sacar los productos al pueblo,
además los costos superan el precio final. Creo que este problema lo padecemos
casi todas las regiones en Colombia. No sé qué estará pasando, espero que, con
la tan anhelada paz, llegue también la prosperidad tan anunciada.
Los paisajes
son hermosos, da gusto pasar por estos lados del mundo. Montañas con mucha
niebla y frío, pero sus gentes alegres y optimistas de vivir allí.
Al atardecer
llegue a Cite, almorcé y luego salimos para Puente Nacional, pero en carro. Tal
vez la historia no nos diga mucho, pero es bueno recordar viejas épocas y saber
que, gracias a muchos hombres y mujeres valientes de ayer, nosotros hoy tenemos
una mejor vida.
La historia
de Colombia muestra, sin embargo, circunstancias en la conducta del pueblo, que
no indican obrar con la franqueza que aparentan. Dicen no aprobar los
procedimientos de aquellos que juran defender con firmeza la constitución y las
leyes, pero muy a pesar de su enojo, su mejor acto es dar su voto por quienes
lo corrompen todo a su paso por los cargos públicos del país.
Tan
temprano, el arte de vencer al enemigo, mostró en una edad no mayor de cuarenta
y tantos años, la capacidad de hacerles frente, o por lo menos de huirle.
Señor y Dios
mío, tú, que, por redimirme, padeciste la cruz, te suplico humildemente, me
concedas el perdón de mis pecados, pues de todo corazón me duele el haberte
ofendido. Detesto mi ingratitud, con toda mi alma, y propongo, ayudado de
vuestra gracia, apartarme de todo aquello, que no sea de tu agrado. Amén.
Llegaron los
Comuneros hasta donde las circunstancias se lo permitieron, sin abandonar los
fieros deseos de una patria independiente y libre, desde entonces hemos
conservado tales deseos.
Los criollos
tenían toda la razón para estar arrechos con el gobierno de ese entones, la
mayoría de las instituciones eran consideradas corruptas, y les violaban todos
sus derechos. El sistema fiscal lo único que sabía hacer era aumentar y
aumentar los impuestos, arrancándoles así a los comunes, hasta la última gota
de sudor y lágrimas para dárselo a sus principales ministros.
El gobierno
español de la época recorría todos los pueblos de este bello país, para
quitarles de la mano el poco fruto del arduo trabajo de los pobres que
encontraban algo en que poder ganarse la comida.
Héroes y
heroínas se han indignado contra las autoridades, y su honra ilustra las
páginas de los libros, pero nunca se ven las ganancias de sus esfuerzos, en el
pobre y abandonado pueblo colombiano, quienes se humillan y se esfuerzan con
tal de exaltar la poca dignidad y orgullo que les queda.
Preciso, es
decir, que las equivocadas acciones de los dirigentes menoscaban el derecho de
los pueblos, que por ahora no pueden ser más funestos.
¿Por qué, y
de quien tratamos de ser libres?
Siempre abran enemigos de la paz y de la
tranquilidad, los jueces ceden ante la violencia, los reales intereses se
abandonan a su suerte. Aunque estemos renegando con la carga que llevamos a
cuestas, nos da miedo mantenernos firmes ante la lucha contra el mal gobierno,
y saber lo que cuesta la tan anhelada libertad, que no es más que la justicia
que todos nos merecemos.
Con mi familia fuera, estuve pronto a huir a
los montes; pues las gentes alzadas me amenazaron de muerte. Pero con el
consuelo de que ellos mismos me reconocieran.
En Puente
Real se promovió la marcha de los comuneros sobre Santa Fe; se destacó a Galán
con sus soldados, por apoderarse de la villa y se dispuso a infundir pavor en
las autoridades de Santa Fe.
Hoy día a
nadie se le teme, a nadie se le respeta, y todo porque unos y otros están
interesados solamente en saquear las arcas oficiales, en lugar de servir a sus
congéneres. A donde quiera que mire, no veo sino lobos rapaces con piel de
oveja, poniendo en riesgo de ruinas y calamidades al pobre pueblo. Y la mayor
desgracia, y la tragedia más lastimosa, es que el pueblo ciego y torpe, sigue
creyendo en ellos. De suerte que, si acaso huye, no estarían seguros ni aun
dentro de los templos.
Aquí el
corazón anegado en llanto, sin aliento, ni voz para decirlo, lo callo y dejo a
su voluntad ¡oh Señor¡ que este nuevo día sea el inicio de una nueva vida para
tu pueblo.
Al siguiente
día, me encamé hacia Saboya en Boyacá, tierra de grandes sabanas, que parecen
colchas de retazos. Hay que abrigarse más, pues el frío y la lluvia aumentan.
Pero que paisajes tan hermosos, todo se ve como en una sola dimensión, plano.
Me encaminé
por la antigua ruta del tren, la cual se ha convertido en un camino
incaminable, en mal estado, bastante inundado y embarrado, yo pensaba que solo
en los pueblos pequeños había tales caminos. Sin ánimo para proseguir la
marcha, ni para retirarme, termine atrincherándome en una cama de hotel de mala
muerte.
Nuestros
ánimos están por el suelo, el pueblo está preso por el gobierno, nos arrebatan
de las manos el derecho a la salud, al trabajo, y a ser libres; como
consecuencia, protestamos a causa de tanta inconformidad.
En la mañana del siguiente día, como a las
ocho, salí del lugar, pues iba a ser reducido a cenizas si no me iba.
Sobrecogidos
de temor con tan inesperadas noticias, salieron huyendo para librarse de los
enemigos, tan distinguidas personas, tirando sus espadas y un par de pistolas,
las cuales recogí con agrado.
“Ese man
está más loco que una cabra; déjelo usted, que a él le darán capote de
último." Decían los escurridizos soldados del rey. Pero es de admirar,
tanta obediencia con la que reciben los pueblos las insinuaciones de los
rebeldes." Hombre de empuje y de firme voluntad y gran dominio de sí
mismo, y capaz de jugarse la vida en cualquier momento, era por todos Galán,
acatado y obedecido.
Atropellando
en todo caso hasta lo más sagrado, y cuando algunas de las gentes suponían que
la paz se estipularía con el pueblo, no hubo reparo de las tropas en decir que
eso se arreglaría con un par de balazos en la cabeza. Este infiel
procedimiento, puso en la mayor consternación al pueblo, cuando con confusión
reconoció que en ella le prevenían no dejase joder del pueblo.
Sin perder
momento, se adhirieron por unanimidad a la marcha triunfal por los pueblos de
Ubaté, Nemocón y Zipaquirá, los indios recibieron con tambores, voladores,
clarines y aclamaban y obedecían a los comuneros, y el pueblo de Ubaté exoneró
a los indios del pago de tributos.
"Los
indios inspiraban desprecio a los blancos y mestizos, y los Comuneros no
supieron aprovechar la presencia del Zipa en sus filas, que les presentaba la
ocasión de sustituir al Rey de España."
Engañados
por un sentimiento de patriotismo, este suceso nos hace volver los ojos al
pasado, y nos asalta la imaginación. Que tal ser gobernados por los indios,
envés de los españoles, que horror, no puede ser. Galán fue uno de los más
revoltosos, y el que dio más calor al motín.
Llenos de
sobresalto y en constante zozobra los ánimos de los miembros del gobierno, con
las noticias sensacionales y los alarmantes rumores, de que estaban al tanto, se
dispusieron a engañar una vez más al pueblo, con sus leyes inútiles, las cuales
solo benefician a los ricos y poderosos de siempre.
Esa tarde al
llegar a Susa, llovió como nunca, se me congelaron hasta los güevos que llevaba
en la mochila. Pero amanecí bien y listo para otro día. Qué le vamos a hacer,
mañana habrá que correr más rápido.
Por aquí
solo hay minas de carbón. De alguna manera tendrán que ganarse el pan, los
campesinos de la región, aunque digan que eso está prohibido.
En el
Mortiño nos comentaron que allí estuvieron los comuneros por espacio de 15 días
esperando las capitulaciones, y que en este lugar los ayudaron con comida y
algo más. Cuantas cosas aprende uno al revivir la historia, pues es muy
distinto que le cuenten algo en una materia o leerlo en un libro antiguo, a
conocer los sitios y escuchar de los abuelos, las historias patrias.
Los
resultados de este levantamiento popular no fueron los esperados por los
comuneros, pero esto sirvió como inspiración para muchos otros en distintas partes
de la América de indias, para buscar su propia libertad. Es evidente el
malestar ante la injusticia y la desigualdad de la sociedad colonial del
momento, lo mismo que hoy.
Me pregunto
hoy, ¿somos esclavos o libres? Si esclavos; de qué o de quien, Si libres; ¿Por
qué no podemos hacer lo que deseamos sin tener que dar cuenta de ello?
En este
mundo no existe la libertad ni la esclavitud, todo depende de lo que cada uno
cree ser.
JoseFercho
ZamPer
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