Caminar
es la vigilia del silencio, buscando oír al campo, implica tener contacto con
la naturaleza, con el paisaje natural.
Caminar
es también deambular, es dedicar tiempo a la “vagancia productiva” so pretexto
de llegar a tierra santa, a ese lugar donde hallamos paz a nuestro espíritu. Así
como el rio, que siempre va en busca de la mar, donde termina su jornada.
Caminar
es ponerse en paz consigo mismo, es halar el equilibrio entre tu yo y mi yo,
siempre en buscas de estar en paz con todos.
Sin
duda, caminar es liberarse del hastío de la casa, del trabajo, de la televisión
y de nuestros propios “yo” familiares. Es quitarse de encima todo lo que nos aplasta
en el diario vivir, es quitarse de encima al jefe, al marido, a la esposa, a
los hijos, también es quitarse de encima los años que nos pesan, esos que nos
dicen a diario que nos estamos envejeciendo; para ir tras la fuente de la vida,
de la alegría y de la inspiración.
Caminar es rumiar la vida, como camello en
marcha; vamos masticando con más cuidado todos aquellos sapos que no hemos
tenido que tragar en la rutina diaria.
Aquí
en el campo está mi oficina, mi estudio, mi laboratorio de vida y juventud, aquí
donde el viento y el sol forman mi carácter, curten mi piel y me funde con Dios
en su Amor, el cual se expresa en “Naturaleza Viva”.
En
este mundo, hay muchos con una mente muy estrecha, y caminan por caminos que
solo los conducen a campos de concentración, donde todo es demasiado limitado.
Sal
a caminar, a observar la naturaleza, a mirar de lejos, agudiza la vista,
observa con cuidado y acalla tus temores.
La
belleza es una gran ilusión, para poderla observar bien se hace necesario
desnudarla, es como la fruta que, para poderla comer es necesario pelarla,
quitarle todas sus capas, observarla y saborearla hasta saciarnos.
Caminar
es el arte que nos lleva a pensar…
JoseFercho ZamPer.
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