El asesino que hay en ti.
“No querrás despertar el asesino que hay en ti, no sea que te
mate.”
Capítulo 1
Descubriendo el placer del mal.
Cuando se
aprenden las habilidades para manipular y engañar, se entra en la oscuridad más
confusa, a veces parece claro el panorama, pero a la vez es tan oscuro como la
medianoche. Dan ganas de llorar.
La raíz de
todos mis males además del abandono, el maltrato, el engaño, la mentira; lo que
traumatizó mi ser interior dejándome sin ninguna defensa ante la violencia de
las calles fue la muerte inmisericorde e impune de mi hijo.
Encontrándome
así en un punto muerto, sin ningún atisbo de vida para mi vida, con enormes
dificultades y frustraciones emocionales, no tuve más que marcharme para nunca
volver, tras recibir una buena paliza por parte del mal.
En la
mayoría de los casos, la mente del asesino es frívola y escasa de rigor
intelectual, pero con tiempo suficiente para analizar la información, trata de
parecer alguien normal. Una mente criminal disfruta haciendo el mal, como si
eso le diera sentido a su vida.
Ninguna muerte es insignificante, mucho menos la mía.
Me
sentía muerto en vida, sin ilusiones, y una vida sin ilusiones es muerte.
Después
de tanto tiempo sin hallar culpables, todo el mundo se volvió culpable.
Mi
vida dejo de ser vida, solo un deseo profundo de encontrar a los asesinos de mi
hijo, razón por la cual me sumergí de cabeza en el asunto, o ellos, o yo, esa
era mi consigna.
Para
un padre, lo más difícil en la vida es enterrar a sus hijos, eso lo saben
muchos, y peor cuando es el único y en esas circunstancias, no hay descanso
para el alma. A diario nos mata la indiferencia con que el estado trata a los
pobres diablos como yo.
Una tarde,
jugando futbol en la cancha municipal, la cual era un lodazal completo, me
lanzaron el balón a una esquina, corrí como loco a tratar de alcanzarlo cuando
de pronto se abrió la tierra y caí en un pozo de pura mierda.
Literalmente
me fui a la mierda, era una cañería que pasaba por esa orilla de la cancha, la
cual recogía todas las porquerías que los humanos de las ciudades depositamos
en los inodoros.
Dicen que
soñar con mierda es de buena suerte, pero a mí me arruinó, porque al caerme
allí, se me cagó toda mi vida.
Todos
trataron de sacarme, los del equipo con quienes jugaba, la policía, los
bomberos, hasta los topos de la empresa de acueducto, pero ninguno pudo
lograrlo pues la corriente me llevo caño abajo.
Abandonado en
la mierda, sin nadie que me ayudara, me moría de asco nadando en un túnel
putrefacto y nauseabundo.
A las
constructoras no les importa nada construir sobre la ruina de aquellos que
cometen el error de venderles sus viejas e inservibles casas, ellos solo hacen
buenos negocios, pero a costillas de los más pendejos.
¿A dónde
habrá ido? Preguntaban todos.
Los más
atinados decían, se fue a la “puta mierda”.
A lo lejos
escuché el murmullo de una caída de agua, el bullicio de la ciudad se había
desaparecido, me encontraba en el fondo de un oscuro y maloliente túnel.
Más tarde
escuché voces provenientes de algún lado sin saber de dónde, eran personajes
del bajo mundo, y allí habían encontrado el único sitio para sobrevivir, en las
cloacas.
Son una
especie de gentes distintas a las normales, mendigan y recolectan basura, se
visten con harapos, cantan canciones de lo más extrañas en la vida, son
marginados por la sociedad y por su propia desgracia.
Viven más
trabados que un bulto de anzuelos, tan sollados que ni se dieron cuenta que yo
llegue a donde ellos.
Los ruidos
que se escuchan allí son similares a los que producen una cochera de cerdos
junto a una manada de perros y gatos, es tan terrorífico que pensé que estaba
en el infierno.
A gatas me
escurrí de allí, más adelante pude ver algo de luz que provenía de una tapa de
ventilación, la cual disipaba las tinieblas más oscuras que había podido ver.
Así pasaron muchos minutos hasta que pude ver unas escaleras de varillas que me
llevaron a la superficie.
Ya afuera,
estaba oscuro y tan tenebroso como adentro, había llegado a los confines de la
ciudad, donde viven personas que no son personas, seres humanos que son solo
seres. Allí volví a morir, pero de miedo.
Era una
maraña completa de acelerados y ansiosos por consumir drogas: sin plata y con
ganas de trabarse. Como yo estaba igualito a ellos, todo vuelto mierda, no
hallaron diferencia alguna en mí, me pude camuflar sin ningún lio.
Anduve
deambulando por las calles de ese horrible lugar, durante varios días, sin
saber qué hacer.
Hablando con
uno y otro, una mujer me dice: por aquí es tan malo y corrupto que el otro día,
un policía me detuvo por el simple hecho de ser puta, pero me dijo que se lo
diera a cambio de no meterme presa al calabozo. A que no adivina que hice, pues
me le emputé y me hice echar presa. "Ya no tengo miedo”, dice ella. Al
otro día me tuvieron que soltar por falta de pruebas.
Este
suceso me sirvió para cambiar de vida, allí morí yo. Aproveché para tomar la
identidad de uno de esos maltrechos habitantes de la oscuridad, e hice cambio
por la mía, quiero decir, me cambie de ropa, mis chiros por los del otro. Dicho
personaje estaba más muerto que vivo, y al cabo de un par de meses de
desaparecido, hallaron el cuerpo de aquel hombre, ya irreconocible, y para
ahorrasen mas trabajos dijeron que era yo, por alguna prenda hallada.
A los pocos
días, escuche en las noticias que la persona que había caído en la
alcantarilla, había aparecido muerta, al final de las cloacas de la ciudad.
Ya con la conciencia
tranquila, y sabiendo que yo no existía, me puse en la tarea de averiguar qué
personaje era el nuevo yo, para ver si me convenía quedarme con esa identidad o
no. Al ver que no era gran cosa, preferí seguir siendo yo mismo pero sin
identificación. Y así mate varias culebras de un solo tiro.
Esa
fue la mejor manera de desaparecer del panorama y así poder seguir con mi
malévolo plan de hacer justicia frente a mis adversarios, los malos.
Aprovechando
todo lo sucedido, y con la información adquirida en mi vida anterior, me
convertí en una especie de villano buena gente.
Adquirí nuevas amistades en el bajo mundo,
para poder trabajar. Realizando varias fechorías, rebuscaba dinero y así pagaba
soplones que me consiguieran información sobre los asesinos de mi hijo.
Encontramos varios personajes vistiendo prendas deportivas de marca, esto me
dio pistas de donde buscar.
Caminando y
caminando, fui encontrando, porque, el que busca encuentra…
En
este mundo manejamos una hipocresía tan terrible, que nunca somos lo que
decimos ser, siempre hay varios personajes en uno.
Cuando
de justicia se trata, nunca la hay, cuando de verdad, tampoco, mucho menos
reparación. Como nunca se hallan culpables, todos se hacen víctimas, por ende,
nadie repara a nadie. Luchamos contra molinos de viento, es como pretender que
el río nos devuelva lo que arrasó la corriente.
Así
las cosas, no tuve más que meterme de lleno en el caso. Ya con otra identidad,
me hice amigo de unos policías e investigadores tan malos, que me pasaron toda
su investigación. La ventaja de ellos es que sus mejores amigos son del bajo
mundo, o sea los que conocen la maldad en su forma pura.
Con
toda la información necesaria, comencé a dedicar tiempo a hacer inteligencia,
haciéndome pasar por comerciante, vendiendo ropa deportiva por las calles donde
frecuentaban los personajes en cuestión, vi a varios de ellos luciendo prendas
deportivas de marca, y con el achaque de venderles las mías como originales,
descubrí que esa gente conocía más que yo de marcas originales.
Poco
a poco fui entrando en confianza con varios de ellos, hasta me volví vendedor
de sus prendas robadas. Tiempo después supe de donde eran sus pintas
deportivas, justo los robadas en ese suceso de triste recordación.
Ya
con este conocimiento, mi siguiente tarea era saber quiénes habían sido los
autores intelectuales y materiales de dicho acto. Cuya tarea pintaba bastante
difícil, debido al silencio de la gente. Aquella era una zona habitada por
ladrones y forajidos de toda índole, y todos se cuidaban la espalda entre sí,
por ende, no podía descararme de a mucho sin levantar sospechas.
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