Siempre
he seguido el rastro impreciso por los caminos de la vida, y he sido fiel, pero
creo que ha llegado la hora de empezar a abrir mi propio camino, aunque me
demore más en llegar y aun, me cueste más trabajo llegar. Pero, aunque es casi
imperceptible la necesidad de muchos, de caminar siguiendo las pisadas de
otros, siempre estará en riesgo su propia libertad.
Tan
pronto como se nos oscurece el panorama, lo confuso de la situación nos obliga
a acudir a los mismos caminos, pensando que estamos perdidos o equivocados de
ruta, pero en verdad, el asunto es nuestra mala costumbre de hacer lo mismo que
todos hacen por temor a equivocarse, o al qué dirán.
Se trata
de pensar sobre lo fundamental, nuestra situación particular, el engranaje
mismo de nuestra manera de ser y de vivir; la vemos como un sólido edificio,
pero al tratar de enfrentar nuestra propia necesidad, nuestra realidad
emocional, nos derrumbamos con facilidad. Y ¿por qué? Porque estamos más
agarrados a lo tradicional del mundo, a lo que todos consideran es seguro, y
caminamos a media marcha para ir a la segura.
Todos
vemos evidencia plena y razón suficiente para querer hacer lo que a otros les
ha dado resultado, más, se nos oculta el proyecto. Es el modo de ser en el
mundo, lo concreto, el cómo se formó el universo, hoy nos encontramos con un
velo que nos impide ver lo posible de lo imposible, porque se ha olvidado al
ser.
Cuando los
pesimistas dicen que la suerte está echada, yo pienso que estoy a punto de recibir
alguna gracia, nadie puede tener más fe en mí, y estar más convencido de mis
capacidades que yo mismo. Podré ver por primera vez mis creaciones.
No
guardaré ningún resentimiento ni me dejaré confundir ni distraer por nada que
no sea la realización de mis proyectos, en lo que he confiado, lo que me es
innato.
"A
partir de hoy se inicia una nueva etapa en la historia de mi vida, y puedo
decir que es gracias a mis principios".
Hemos
sido preparados desde lo más profundo y de manera armoniosa desde la teología
de la crisis, a aceptar la locura de este mundo como lo más normal, con sus
consecuencias justificadas como un mal necesario, porque el hombre y su cultura
son extremos; socavando la confianza en uno mismo, para no buscar cambios
profundos sobre nuestro mundo en cuanto a las preocupaciones del hombre.
Con la sutil
"oscuridad" del círculo mágico y su conjuro, el hombre padece envuelto
en el misterio; sin un sentido filosófico académico real, como "arrojado"
en el mundo a su suerte.
Donde
quedó la vocación de pensar y la profundidad del análisis de la existencia, solo
queda la angustia del “Ser o no Ser”, ¿ser para qué? "ser para el mundo, o
ser para la muerte. Cuando la vida es un don de Dios a los hombres.
El hombre
se encuentra en medio del fracaso de la cultura de la guerra, fue sacado de la grandeza
del espíritu y "arrojado a la dureza de su destino". Ha agotado su
pensar, lo ha rebajado a pensar un único pensamiento, y éste será siempre
'sobre sí mismo', necesitamos volver a tener muchísimos pensamientos.
El ser se
manifiesta con un lenguaje transparente, con la verdad, sin adulterar nada, sin
abandonar el punto de vista del ser.
Una realidad
evaporada.
Andamos por
un callejón sin salida, cerramos los ojos ante la indiferencia, apartamos la
vista para no ser.
JoseFercho ZamPer
Cada quien debe elegir su propio camino basado en sus sueños y esperanzas, cada uno debe recorrer su propio camino y no el de los demás bajo sus propias creencias y su fe.
ResponderBorrarsomos educados para vivir en comunidad más no para explorar nuestras propias un capacidades y potencialidades, y entender que todo está dentro de nosotros mismos, esa fuerza interior que nos mueve, ella nos ara libres!
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