Con el valor
de ir a donde uno no quiere llegar.
Sin ánimo de
ofender, solo de llamar la atención de aquellos que, con fines estrictamente lúdicos
cometen ciertas estupideces y cuando los pescan, sacan toda clase de cuentos
chimbos para defender lo indefendible.
Los cuentos
con los que nos salen los que viven en tribulación, justo después de haberla
cagado, creyendo que con ello van a ser redimidos. Aquellos que se creen santos.
Un día les escuché
sus historias y comprendí que hablarles del bien y del mal, no es para ellos,
porque se arrastran por lugares oscuros, se secan y caen, incumplen su palabra.
Estos son arrojados
a las tinieblas porque quieren vivir en ellas.
Aunque les nacieron
hijas hermosas, “chicas diferentes, bellezas naturales”, todo es caótico, no tienen
ningún mérito, sin embargo, tendrás compasión de ellas, según la voluntad de
Dios.
Con la
fantasía de una relación espontánea.
El sol está
que quema, dice un hombre quien camina lento buscando una sombra donde reposar,
bajo el frondoso árbol hay otro hombre medio desnudo tratando de refrescar su humanidad
con una toalla mojada, sin embargo, su mirada está puesta en aquella chica de pelo
ensortijado quien lo engaña con su carita de “yo no fui”.
Sabemos que
los amigos de lo ajeno lo llevan a uno hasta el punto de estar arrepentido, más
cuando se trata de una chica.
Al pobre
hombre, aquella noche le tocó acostarse en el suelo, la cama era un cuero de
vaca muerta, tan duro como las tablas donde reposaba, pero bueno, había
bastantes colchas para esconderse del frio tan berraco que hacía aquella noche;
se tapó con una sábana gruesa y áspera que estaba sobre la estera, y todo por
dejarse llevar de los buenos deseos de los ojos.
¿Será
posible averiguar sí, en este mundo, un hombre es solamente un hombre? O una
mutación del suplicio que lo sigue torturando desde tiempos antiguos.
Un hombre bien
vestido de ropas, pero, con un triste semblante y una mirada más oscura que la
noche no puede ser un hombre; sino un engendro; sin duda.
Esa mujer de
cabello ensortijado y piel suave que, al tocarla sentí tocar la gloria suprema,
sin duda me dejó en las nebulosas, y en la olla, también. Sin embargo, esta mujer
no pasa de ser una frágil criatura.
Aunque cualquier
observador, por poco conocedor que fuese, se habría dado cuenta a primera vista
que, una persona como ella, con un escote tan abierto, y un corpiño tan
ajustado, y, a esas horas; ciertamente son almas ocultas en carnes tentadoras,
que nos pueden causar un gran daño a nuestras almas, como a nuestro débil cuerpo.
Pero, aun así, deberíamos mostrarles respeto a esas almas desnudas en este
mundo.
Por imperativos
del destino o de quien se conduce por la vida de manera mediocre, obviamente, siempre
estará en peligro ante una cabellera rubia que descuelga por la espalda con
desteñidos mechones, en una mujer que, sin importar su edad, se sabe contonear
frente a quien la observa; “la mitad del género humano”.
En las
sombras, no se puede ver con tal nitidez lo que está al frente, fácilmente confundimos
las aspas de un molino de viento con las ilusiones de un hombre enamorado, que,
saludando a un público invisible, no puede descifrar los ofuscados rostros de quien
jugó y perdió la misma partida de damas.
“Haces unas
semanas esta chica me llamó porque necesitaba 50 barras”, dice el hombre. “Me
decía que no tenía dinero, así que le respondí que sí, pero que me pagara en
especie”.
Por lo vulgar,
hay muchos que no ven la diferencia entre las palabras.
Miró al
cielo, y quedó asombrado. Muchos de
nosotros nos creemos de gran valor, pero en condiciones de pobreza las cosas
son igualitas para todos, eso decía mi taita.
Espero con
fe el día en que, vea brillar la verdad en el tiempo prescrito para ellos.
El asunto es
que, para ser bestia, no hace falta la inteligencia, mucho menos fe. Por eso
muchos son engañados y pierden su alma junto con sus bienes.
Al tiempo presente
fue una prudente retirada, y a los hijos se les mostrarán los caminos de la verdad
y ellos los seguirán.
Eso espero.
JoseFercho ZamPer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario