Sentado en el silencio, el granjero desgranaba mazorcas para
hacer arepa y darle algo de comer a su pequeño hijo, pues el niño ya lloraba de
hambre.
El pequeño con lágrimas en sus ojitos pregunta a su padre, ¿Y
dónde está mi mami?
El padre con tristeza infinita y en medio de sollozos, le fue
contando al niño lo que los amigos le habían hecho a su familia.
Mientras yo estuve trabajando para darles lo necesario a
ustedes, al cruzar por el puente vi a lo lejos a su máma que se iba con sus
dichosos amigos, y ésta es la hora y nada que llega; pero lo más triste es que
ya han pasado tres días y no tengo ni idea si va a volver o no.
Siendo hombre de manos duras y piel tostada por el sol, se me
hace difícil ser tierno y cariñoso, y a veces la cabeza no da para pensar en
las consecuencias de ser mal hablao y un tanto tosco.
Pero no es justo que por eso nos tiren por ahí como a trapo
viejo, yo no soy un mal hombre, tampoco un mal padre, ahora me toca ser muy
bueno porque lo tengo a usted, mijo. Pero lo tengo, y eres mío, más no tengo mucho
que darte, pero, tengo claro que usted es mi mejor regalo, mi motivación para
salir de esta situación; le dice el padre.
Entonces el niño se conmovió y abrazó a su padre con tanta
ternura que, empezó a llorar diciendo: “papi, papi, gracias por ser mi taita."
Continúa el padre; Mientras estamos armados de juventud, uno se
siente grande y ve el mundo pequeño, somos insaciables y nada nos preocupa. Pero
las complejidades de la psicología humana nos lleva por los laberintos de las acusaciones
hasta la paranoia o la arrogancia, y nos enterramos en una muerte prematura por
causas indigeribles por la mente.
Solo las pruebas pueden arrojar luz sobre la compleja
relación entre dos seres que dicen amarse más que a nadie en este mundo.
Ciertamente las discusiones giran en torno a las diferencias
y similitudes entre los dos y cómo salvar las brechas en beneficio de todos.
Como lo demuestran las circunstancias, los dos compartían los
mismos enemigos, sin responder al amor, cada uno con su bravuconería y
provocación. Pero sabemos que los gritos no benefician a nadie.
Cuando revisamos todas las piezas del rompecabezas, nos
podemos dar cuenta que ninguno tiene la razón.
Dicho hombre aprendió a ser padre y a ser feliz también.
JoseFercho ZamPer
Me gustan los escritos de Fercho, son historias reales, adornadas con el lenguaje propio del contexto.
ResponderBorrarExcelente, mi hermosa amiga
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