La ambición.


Independientemente de la religión, los ambiciosos heredarán la tierra, pero no el cielo.


No hay familia perfecta, no hay padres perfectos, no hay hijos perfectos, no hay esposas perfectas, tampoco esposos perfectos; porque no hay nadie perfecto en esta vida.


Nos decepcionamos unos de otros, por la forma de ser de cada persona, y esto nos trae  penas al alma.


De cada familia salen hijos de todos los tipos y formas, unos muy trabajadores otros menos y también alguno bien flojo o perezoso.


Pero, el punto más incómodo es cuando alguien resulta ser  "mediocre", eso sí que es bien feo. Pero los ambiciosos se obsesionan con el éxito o en ser los más productivos. 


Muchos prefieren cambiar salud por dinero, hasta volverse esclavos del trabajo.


La ambición puede ser una opción respetable y hasta justificable pero, en una filosofía de vida saludable no es la mejor, porque de un día para otro la obsesión por tener éxito y darlo todo por su trabajo los llevan a cometer errores fatales.


La forma de entender la vida suele ser el meollo del asunto, conduciendo a  comportamientos poco carismáticos y hasta peligrosos en un intento por demostrar lo que valemos.


Asumimos que descansar es perder el tiempo.


Los “ambiciosos” han llegado para alterar la realidad y cambiar su perspectiva.


Ser ambicioso no significa ser exitoso, pero sí nos mantiene ansiosos y con ganas de competir sin límites.


Vivimos en una sociedad en la que aún luchando 24/7, alcanzar las metas es algo realmente difícil.


Trabajar lo justo y realizar actividades que den sentido a la vida es prioridad. 


Las redes sociales y los medios de comunicación nos bombardean a diario con la idea de alcanzar el éxito.


La única ambición que las personas debiéramos tener sería ser “ Personas excepcionales”. 


La mediocridad es el poco esfuerzo, el hacer lo justo y necesario para mantener un empleo, pero sin llegar a plantearse la excelencia.


La bondad sin aspiraciones es maldad, por tanto, esa bondad se convierte en falta de ambición.


 Una persona se define por sus buenas virtudes y aspiraciones constructivas que median en su realización.


En ocasiones la ambición es una carga, porque con ella no se logra objetivo alguno.


Que Jesucristo nos de sabiduría para saber hacer lo que creemos y sabemos necesario para una vida plena y saludable en el 2022.


Bendiciones.


JoseFercho ZamPer