Porque llorar

“Déjelo que llore, que llorando descansa”
Este es un sabio consejo para un hombre afligido.

El ser humano es un mecanismo perfecto, todo lo que siente es por alguna razón: el hambre, sed, cansancio, dolor; todo tiene un por qué, una explicación lógica y racional, tanto la risa como las lágrimas.
Cuando pasamos por penas del alma, y en el caso de los hombres; el mejor remedio es el llanto.

Hasta el día de hoy no hay explicaciones reales de porque el llanto es capaz de sanar las penas del alma, pero en verdad, creo que es el único y verdadero remedio eficaz para lavar las heridas del ser.

Seguramente es porque al llorar bajamos las defensas y nos volvemos mucho más vulnerables, entonces ahí reforzamos los vínculos con nosotros mismos, o con nuestro propio yo. Aunque llorar no arregle nada, nos hace sentir mejor, y descansa el alma.

Otro beneficio del llanto principalmente en los hombres es que mejora el estrés. Al liberarnos de una excesiva tensión, nos devuelve la calma, y se eliminan agentes nocivos.

Este tipo de llanto sanador es aquel que se da en la intimidad, ya que las lágrimas son diferentes si son de tristeza o de alegría, de dolor o por picar cebollas.

Nuestras lágrimas reflejan el estado del alma, o el interior de la persona, es como mirar los distintos paisajes de la naturaleza, cada cual muestra el estado en que esta ese territorio.

Lloramos por diferentes motivos o estado emocional y personal, por la pérdida de un ser amado, cuando llega un nuevo ser, son lágrimas de esos momentos de fragilidad.

Las lágrimas son una forma casi espiritual de comunicación con nuestro yo interior y con el ser amado, en esos momentos tan implacables como la muerte, o tan sencillos como las alegrías por el triunfo o por el fracaso propio o de los nuestros.

Llorar por llorar no es el caso, se trata de dejar salir todo lo que hay en nuestro interior, todo eso que nos tiene más enredados que un bulto de anzuelos. Es muy importante la intimidad, tanto con la pareja como con uno mismo, pasar algún tiempo buscando por dentro, mucho de lo que por fuera no hallamos.

Hombre, esfuérzate y se valiente, conócete a ti mismo si quieres conocer a los demás. No te dejes llevar de los resentimientos, a cambio deja salir tus sentimientos, aunque por esto, parezcas débil.

Recuerda que, aunque el enemigo te abofetee, lo que no te mata te hará más fuerte, porque el poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

                         JoseFercho ZamPer

El Escritor.



El escritor es un historiador intelectual que elabora hipótesis conflictivas. La historia es un relato, la verdad una ilusión, la investigación es todo un modo de vida.

Los discursos literarios son todo un diálogo de saberes, la realidad se nutre de la imaginación y de la capacidad inventiva del autor.

El Escritor en el transcurso de la Historia ha hecho más conscientes a los seres humanos, procurando compartir su conocimiento al mundo. La Literatura no es un mero ejercicio intelectual, sino que aporta soluciones al ser social.

El escritor condensa lo intelectual con el arte, dándole vida al discurso, estableciendo así un acuerdo entre el escritor y el lector.

Su mirada, da mayor valor al acontecimiento, con su rostro oculto en la maquinación, lo intuye todo, se enfrenta a lo inestable y transforma los indicios en material probatorio que devela el destino de los personajes.

Lo humano y divino subyace en la sociedad como el sistema de emociones, porque el amor es poesía.

La ficción es un recurso retórico usado sin duda alguna con fines políticos, bajo el poder de la sombra, es decir, un conjunto de preceptos que modela y controla a la sociedad por vías subjetivas. El Estado la usa como una terapia analgésica, un recurso para mantener la cohesión en torno a unas lógicas de autoridad.

La Literatura se torna ambigua, cuando trata de alcanzar la verdad mintiendo.

El escritor se atreve a ahondar en los vacíos de la Historia, dándole un sentido narrativo, para trasformar la memoria de los hombres. La historia nunca es de una sola manera.

Cómo explicar que las nuevas generaciones nacen con la muerte a cuestas, porque los dirigentes hicieron de su retórica un instrumento para azuzar la violencia, la lucha sangrienta entre las naciones.

La Literatura traspasa el plano de la ficción mostrando las razones por las cuales la mujer se hace eterna en el mundo de los hombres.

El escritor en su esencia y sentido, lo sabe todo, y anuncia el mundo de otro modo.

JoseFercho ZamPer



La mujer de mis sueños.



Sin lugar a duda, una fuerza oculta dentro mí, me seducía a prestar más atención a la voz que en mi corazón me hablaba sobre la vida en lo profundo de mi espíritu.

Fue en el mes de febrero cuando la vi por vez primera, caminaba por el parque del pueblo en medio de las primeras lluvias de verano, ella me vio primero, me miro con sus ojos de “yo no fui”, estaba sola al otro lado del parque bajo una gran sombrilla.

El ritmo de mis pasos resonaba por la urgencia que llevaba, el camino estaba húmedo, mis movimientos presagiaban una caída, los demás hombres no percibían nada, entre exhalaciones excitadas mi boca susurraba a los ojos que la mirara, me detuve un momento y levanté la mirada, con una sonrisa que no decía nada, le contestó a mi mano que saludaba. En ese momento sentí que mi sangre se calentaba, y me quedé frío, todo me temblaba. Ahí mismo, no pude hacer nada.

Esa noche la vi en mis sueños, la buscaba por todo el parque con afán de encontrarla, muy poco pude dormir por tanto soñarla. Al fin la pude ver, sentada frente al jardín, el que está junto a la fuente iluminada. La observé con un espíritu de profunda ternura y sin palabras, era realmente hermosa, su cuerpo solo comparable con las rosas que la adornaban, toda ella armoniosamente ataviada.

Luego de unos profundos y suspirantes instantes me atreví a hablarle, ¿era el perfume de su cuerpo, la ternura de sus ojos o su radiante belleza, lo que me llevaba al desespero de encontrarla; o tal vez era la infinita soledad en que me encontraba? 

Me miró con sus bellos y azules ojos, como mujer ninguna haya podido hacerlo en este mundo ante mi presencia, un tanto agitada. Me sentí como niño recién llegado al mundo, desnudo pero amado. No comprendí lo que sus labios me hablaban, en aquel momento me sentía perdido en su mirada.

¿Quieres sentarte aquí conmigo? Repitió varias veces, hasta que al fin mis oídos pudieron descifrar sus palabras, pues mi cerebro no coordinaba. Y antes de que ella volviera a hacer la pregunta, yo ya estaba junto a ella sentado.

En ese mismo instante olvidé todo lo que yo era; que andaba medio muerto, que muchos demonios me atormentaban, que, al atardecer, de lágrimas mis ojos se inundaban, que los astros se desaparecieron de mis noches solitarias, y que como un loco por las calles deambulaba. Todo eso dejó de existir en aquel instante, ante la mirada tierna de esa hermosa mujer, que en mis brazos se encontraba.

- ¿Ven conmigo? -me dijo.

No supe que responder, no sabía de ella nada.
Ella me observó fijamente, con su mano toco mis ojos, entonces pude ver la hermosura que a mi alma le faltaba, y que en el otoño de mis días ya nada ni nadie llegaría a saciarla. Sólo en el amor verdadero estaría el reposo de mi alma.
Si no, sigue tu camino, me dijo.

Y tal vez, bajo la sombra de un ciprés te encuentres otra vez llorando; en ese instante la bestia que vivía en mí se convirtió en una luz que alumbró mi camino, y dije SÍ.

En ese instante pasó su mano sobre mi humilde corazón, y me devolvió todo lo que había perdido en mi vida anterior; el amor.

Muchas puertas que estaban cerradas y selladas desde el día en que el amor había muerto, se abrieron al instante, al penetrar el templo de mi alma. Hasta hoy ningún ser humano había podido devolverle el brillo a mi espíritu, por eso sé que ella es divina, no humana.

Mi mayor desgracia era que ni los más grandes médicos habían podido hallar la cura a mis males, habían renunciado a buscarla, y se conformaban solo con hablar de ella y más nada.

Yo podré adorarla, pero si ella no existe, no servirá de nada.

JoseFercho ZamPer