RUTA COMUNERA 2010


UN EVENTO A FAVOR DE LA HISTORIA

Amanece un nuevo día, hace frío. Me tomo un tinto para entrar en calor, hoy es un buen día para ser libre. Eso he pensado durante muchos años, y lo seguiré pensando así, pues mientras haya vida hay esperanza. Hoy damos inicio a una aventura de libertad, para la cual necesitamos ser libres pues de otra forma no podríamos hacerlo. Queremos recorrer los caminos ya recorridos por nuestros antepasados, para experimentar un poco lo que cuesta la libertad y la paz que hoy tenemos.
Somos un grupo de caminantes llenos de esperanza, fe y verraquera para emprender una aventura; ir a pie desde Charalá hasta Bogotá, con el propósito de conmemorar los 200 años de la independencia de Colombia, en memoria de los Comuneros de antaño, aquellos que levantaron su voz de protesta por las injusticias reinantes en esos días de colonia. ¿Cuántos somos?, ¿Cuántos llegaremos? Son unas de las preguntas que nos hacemos, tratando de animarnos en tal empeño. No somos ni muchos ni pocos, somos los que somos y con esos es suficiente.
Creo que la cantidad no es tan importante, sino la voluntad de unos cuantos, que con gran empeño deseamos mostrar a otros muchos que aquí hacemos patria. Reconociendo de antemano que nuestro caminar conlleva una gran carga de emociones encontradas por aquellos que murieron buscando justicia sin hallarla; algo que aun hoy no se ha encontrado y que hay poca esperanza de recibir, pues esto es un tema de nunca acabar. Tal vez un día cualquiera dentro de otros 100 o 200 años alguien piense en repetir tal hazaña, con objetivos parecidos a los de hace 200 años atrás, y quede con la sensación de que aun no se han alcanzado las metas propuestas desde un principio, pero esto es algo apenas entendible, el ser humano es imperfecto, por ende injusto.
Estoy convencido que muchos compatriotas hubiesen deseado realizar esta marcha para conmemorar la ruta comunera de hace 229 años, pero las circunstancias no lo permitieron y fuimos pocos los que pudimos hacerlo, por lo que considero un privilegio haber estado entre los caminantes de la Ruta Comunera 2010.
Días después del evento fueron muchos los que dijeron haber querido estar, pero antes de dicho evento muy pocos se le midieron.
Estando en Charalá, se oían frases como “Yo quería ir, pero…  “escusas… de tal forma que de allí no salió ningún representante.

Charalá,  Julio 6 de 2010.
Somos más o menos unos 50 voluntarios, listos para iniciar un recorrido extenuante, que al pensar en la distancia a recorrer ya nos sentimos cansados. Tal vez sean unos 330 km o algo así, lo que dista a Charalá de Bogotá. Ya listos nos despedimos del pueblo, y unas cuantas personas incluyendo al cura y la alcaldesa nos dan su bendición. Después de una noche de farra por las ferias, no había ni un alma despierta en esos momentos. A la salida de Charalá, en el puente, hay un monumento donde dice que ocurrió allí una batalla llamada de Pienta, algo poco conocida pues no tiene aún un reconocimiento en la historia de Colombia, como muchas otras batallas que el pueblo ha luchado sin ser reconocidas. A partir de este punto, damos inicio a nuestra propia historia, recorrer los acabados o peor aún, los desaparecidos caminos que enmarcan la historia de los comuneros de 1781. Comenzamos un ascenso por caminos de herradura, trochas y también por carreteras veredales, todos en estado similar; bastante acabados o maltrechos por el agua y la maleza. Durante el camino podemos ver el color de la esperanza, es verde, ¿saben? También pudimos ver la alegría de las gentes, la tristeza, el abandono, pero vimos algo que nos levantó el ánimo; los niños. Estas tiernas e inocentes criaturas salían de sus casas y de las escuelas a saludarnos, dándonos a entender que algo importante estaba pasando allí hoy. Después de varias horas de camino, unas 5 o 6 tal vez y con la ayuda de unos vehículos al fin llegamos al Socorro. Ya bien cansados, hambrientos y embarrados hasta los ojos, pudimos ir a descansar; para retomar un nuevo día de camino.

Socorro, julio 7 de 2010
Que maravilla, el Socorro se lucio con la despedida de la ruta comunera. La gente salió a las calles con entusiasmo a aplaudir y a desearnos buen viaje a la ruta comunera. Daba nostalgia salir de allí.
Ya en el camino nos enfocamos en la realidad del viaje, comenzamos a pisar agua y barro. Llegamos a Confines, hay un gran recibimiento por parte de los niños de las escuelas y colegios, nos aplauden y se gozan con nosotros. Pero no podemos quedarnos allí pues la meta es Oiba, y aun esta bastante lejos. De Confines a Oiba encontramos una parte del camino que es más un lodazal que una ruta para humanos. Aquí aparece en escena un Helicóptero del ejército que da vueltas como quien nos cuida. Llueve en Oiba y el recibimiento es bajo la lluvia. El hambre es atroz, son como las 5 pm y no hemos almorzado, me puedo dar cuenta que cuando uno tiene hambre lo demás pierde importancia. Hasta las cosas importantes.

Oiba, julio 8 de 2010
En la mañana nos hacen la despedida y bendición por parte de la población. Caminamos por carretera casi todo el trayecto a Guadalupe. Salimos junto con la caballería, que espectáculo mas hermoso, las banderas se confunden con las gentes y el paisaje, es realmente precioso verme en medio de tal evento. Me sorprendió ver un Black hawk (Halcón Negro) en un potrero a la orilla del camino, es algo extraño para mi este tipo de paisaje. Pero es genial...
Durante el trayecto me acostumbre a su sonido, me hacia sentir bien acompañado. Al llegar a la cima de la montaña por donde caminamos nos esperaba una sabrosa carne a la llanera, esto nos dio energía y ánimo para continuar la jornada. Ya en Guadalupe somos recibidos con gran pompa, bandas y festejos. Esto se me hacía más normal cada vez. Aunque nunca antes me recibieron tan bien por caminar.... Esa noche dormimos un tanto acosados, hasta un borrachito llego a la madrugada a buscar donde dormir, despertando a todos a punta de gritos. ¡Doña juliaaaaa!

Guadalupe, julio 9 de 2010
Madrugamos como todos los días para alistar nuestros trastes, acomodarlos y echarlos a la espalda para iniciar una nueva jornada. Nuevamente la despedida del pueblo, esto nos llena de orgullo patrio, nos hace sentir parte de algo importante. Ya en el camino nos reunimos a cantarles el feliz cumpleaños a 3 compañeras, mas adelante pasamos por una quebrada llamada las gachas, por los huecos que tiene en su curso. Son de una belleza aterradora.
Seguimos caminando, es un camino con tanto barro que nos enterramos hasta las rodillas. Esto hace muy difícil caminar, pero nos motiva mucho el hecho de ver en las escuelas del campo salir los niños a recibirnos con tanto gusto, que el barro es lo de menos. Antes de llegar a San José de Suaita nos detenemos en una bella cascada llamada de los Caballero, en honor a una familia dueña de una fabrica de hilos la cual hace mas de 25 años quedó abandonada.

San José de Suaita julio 10
Aquí la gente es muy amable, nos atendieron como a turistas. Pudimos dormir bien. Oh! Un tinto en la mañana. Delicioso. Que rico es ser bien atendido. Arranca la marcha, vamos de nuevo por un camino que hará unos 200 años no se transita, nos cuentan que por allí dejaron todo abandonado por causa de los enemigos de la paz. Alguien dice que el trapiche esta abandonado por culpa de las normas de higiene para la elaboración de la panela, pero que va, ¿entonces a los caminos también les pusieron las mismas normas? Cruzamos una quebrada bastante crecida, allí algunos se caen y se empapan, se perdió un sombrero en la travesía.
Continuamos por una carretera de lodo hasta llegar a San Benito Nuevo, hay gente esperándonos, también hay un refrigerio. Que buena es la gente en los pueblitos, nos hacen sentir como personajes importantes. Seguimos el camino hasta Guepsa, es subiendo, disminuye un poco el barro en la vía. Nuestros pies están empapados de lodo, ya duele un poco el caminar. En este camino huele a panela recién hecha, esto nos calma un poco el hambre que sentimos, durante este largo camino, no hemos almorzado y son como la 4 pm.
Ya gracias a Dios llegamos a Guepsa. Como ya es costumbre nos reciben con desfile y algarabía, pero de nuevo por causa del hambre nos parece mas emocionante que nos lleven a comer.

Guepsa, julio 11 de 2010
Bueno, aquí se vive bien, pero con muchas dificultades. La panela esta muy barata y no hay suficientes ingresos para arreglar caminos ni las mismas viviendas, esto impide que haya mejores condiciones de vida para los habitantes quienes dependen totalmente del campo. El cura del pueblo nos da un mensaje para llevarle al Sr. Presidente, que ayude al mejoramiento de las vías y a los precios de la panela, pues aquí se trabaja duro y parejo pero no se pueden sacar los productos al pueblo, además los costos superar el precio final. Creo que este problema lo padecemos casi todas las regiones en Colombia. No se que estará pasando.
A estas alturas del camino ya hay muchos caminantes con llagas en los pies y se hace más lento el caminar. Tenemos que esperarlos y a veces ayudarlos a caminar. Aun así caminamos por paisajes tan hermosos que da gusto vivir estas aventuras. Montañas con mucha niebla y frió, pero sus gentes alegres y optimistas de vivir allí.
Al medio día llegamos a Cite, nos recibieron con desfiles y bandas, luego salimos para Puente Nacional lugar de destino de esta etapa. Ya en Puente Nacional nos reciben con un pequeño grupo de soldados de la guardia española, como en la llegada de los Comuneros de antaño, y hacemos la representación de la época, acto que resulta ser de mucho agrado para el pueblo y de relax para nosotros pues nos divertimos bastante. Tal vez la historia no nos diga mucho, pero es bueno recordar viejas épocas y saber que gracias a muchos hombres y mujeres valientes de ayer, nosotros hoy tenemos una mejor vida.

Puente Nacional, julio 12 de 2010
Hoy descansamos un rato aquí. Fuimos a Vélez, donde se inauguró un monumento a los carabineros de la policía, y se hace un desfile por la ciudad. Allí en Vélez nos dice un historiador que en 1740 ocurrieron unos hechos históricos para resaltar, donde la población se sublevo contra el aumento de los impuestos y ahuyentó del pueblo a quien iba a recoger tales tributos, y que la historia no les ha reconocido ese hecho. Si estuviese en nuestras manos hacerlo, porque no hacerlo? Cada pueblo tiene derecho a su historia. ¿Pero me pregunto yo, como favorecer a estos pueblos para que construyan patria cada día y tengan un desarrollo para sus gentes? Creo que hay que hacer algo más que darles un lugar en un libro de historia patria. Después de una tarde en Vélez, volvimos a Puente Nacional a descansar pues sigue la ruta hacia Bogotá. En Puente Nacional alcanzamos a lavar algo de ropa pero no hay suficiente sol para secarla. Por lo que nos toca llevarla húmeda, aumentando el peso en nuestras espaldas.
Puente Nacional, julio 13 de 2010
Nos encaminamos hacia Saboya en Boyacá. Aquí se acaba Santander, ahora pasamos a Boyacá, tierra de grandes sabanas, que parecen colchas de retazos. Hay que abrigarnos más pues el frío y la lluvia aumentan. Pero que paisajes tan hermosos, todo se ve como en una sola dimensión, plano.
Ya en Saboya, hay recibimiento al cual no esperamos mucho pues queda mucho camino por recorrer hasta Chiquinquirá. Nos vamos por la antigua ruta del tren, la cual se ha convertido en un camino carreteable en regular estado, bastante inundado y embarrado. Esta vez nos dieron almuerzo en el camino, así no tendremos que almorzar a la hora de la cena. Llueve al llegar a la ciudad, pero a la entrada vemos mucha gente esperándonos, es realmente fantástico, los niños felices al ver esos caballos tan grandes de la policía. Sus aplausos nos entusiasman, nos dan calor. Hay desfile hasta la catedral y allí nos reciben con toda la importancia de la historia.
Me sentía como en otro mundo, como en un sueño, como si fuese yo parte de la historia a la cual estábamos rindiendo un homenaje. Es una sensación increíble, verse aplaudido por mucha gente desde las afueras del la ciudad hasta el parque principal, yo pensaba que solo en los pueblos pequeños podría ocurrir tal acto. Ya algo noche nos retiramos a descansar pues la jornada fue un tanto larga.

Chiquinquirá, julio 14 de 2010
Que bella esa catedral, que hermosos es estar aquí. Mis padres me hablaban mucho de las peregrinaciones a la virgen de Chiquinquirá. Viene la bendición del sacerdote y salimos para Susa. Iniciamos la marcha por vías rurales hasta simijaca, vemos muchos pinos y eucaliptos. Que bellos caminos. El aire silba por estos lados, y el frío penetra la piel. Miro hacia atrás y veo la fila de gente a pie con sus banderas, pienso en mi familia, que estarán haciendo en estos momentos, sería mejor estar con ellos en casa, será que esta aventura dará algún fruto para alguien o como me dijeron algunos; eso es no tener nada que hacer, gente sin oficio. Miro hacia delante y me doy cuenta que el camino no ha terminado aún.
Ya vemos el pueblo, allí a la entrada nos reciben con pólvora y destapan una placa a la entrada del pueblo, en honor a los comuneros. Aquí también nos dan algo de comer, productos lácteos, pues aquí la ganadería es importante. La gente para sus labores para salir a saludar, que maravilloso es que lo saluden a uno cuando llega a algún lugar. Trataré de no olvidar esto nunca más. Pues muchas veces vemos al forastero como alguien de quien cuidarnos.
Continuamos nuestra marcha hacia Susa.

Susa, julio 15 de 2010
La tarde de llegada a Susa llovió como nunca antes, se fue la energía eléctrica, se nos mojo hasta la cama, y dormimos algo regular, con mucho frío e incómodos. Pero bueno amanecimos bien y listos para otro día. Caminando para Ubate, me sorprende ver que ahora siembran antenas en las montañas, se puede divisar que en los picos más altos están llenos de antenas de comunicaciones. ¿Será este un método moderno para reforestar? Me pregunto.
Pasamos por Fúquene un pueblito pequeño de casas grandes y bonitas, en donde trabajan las artesanías. Seguimos caminando, todavía hay barro, tenemos hambre, hace sol, parece que va a llover. Preguntamos a la gente de las veredas ¿Cuánto falta para llegar a Ubate? Unos dicen, una hora, otros, dos. No hay acuerdo en eso, lo cierto es que caminamos y caminamos varias horas y aun no vemos la meta, cuando llegamos al Ubate ya había pasado todo, la caballería llegó como 2 horas primero que nosotros, y se había soltado un aguacero que sacó a correr a todo mundo. Entramos al parque sin pena ni gloria, esta vez no hubo aplausos ni bienvenidas, casi duele. Que le vamos a hacer, mañana habrá que correr más rápido.

Ubate, julio 16 de 2010
Que bella iglesia de Ubate, cuanta historia tienen estos pueblos. Gente trabajadora. Aquí disfrutamos de un clima algo mas suave, hicimos un recorrido por el pueblo y tomamos fotos, pues la salida era en la tarde para Sutatausa. Ya al medio día, asistimos a los actos de despedida de la ruta, nos sentimos un poco mejor pues uno se acostumbra al buen trato. Llegamos a Sutatausa en medio de la lluvia, el bosque parecía de Europa o algo así, se nublo y hacia frío, pero era un paisaje tan hermoso que hasta el frío lo soportábamos con valentía. Llegamos al pueblo y el recibimiento fue sencillo pero agradable. Es un pueblo cargado de historia, su iglesia tiene pinturas antiquísimas, y un museo con objetos históricos de gran valor. Tierra de minas de carbón, principal recurso económico. Y muchas bosques de hermosas coníferas, donde las grandes rocas se tatuaron figuras humanas en sus rostros.

Sutatausa, julio 17 de 2010
Es una mañana fresca y agradable para caminar, el cura nos da su bendición y partimos para Nemocón, por un camino de piedra en medio de una montaña de rocas la cual se quemó hace unos meses atrás por el fuerte verano. Nos acompañaba un baquiano, para no perdernos en el camino. Ya en la punta de la montaña, nos subimos a unas de piedra altísimas para divisar mejor el paisaje. Daba miedo ver el abismo.
Aquí en este punto de la montaña, a alguien se le dio por ofrecerle al baquiano y a otro caminante un producto llamado chimu o algo así, lo cierto fue que estos dos personajes se enfermaron inmediatamente y estuvimos allí como una hora esperando su recuperación, para poder continuar. Gracias a Dios no paso a mayores. Seguimos subiendo hasta un caserío, donde nos dieron tinto. Por aquí hay minas de carbón.
Y así continuamos hasta llegar a Nemocón, tierra de la sal. De alguna manera pudimos encontrarnos con la caballería para entrar juntos al pueblo, pues ya no podíamos soportar entrar solos a los pueblos, poco a poco nos fuimos dando cuenta que los aplausos no eran solo por nosotros los caminantes. Ya en Nemocón nos esperaba a la entrada una caravana de tanquetas del ejército para el desfile al pueblo.
Nos acogieron muy bien, además tuvimos una charla sobre porque en la independencia Santander es primero, vimos fotos y cenamos y a dormir, para poder arrancar el día siguiente a Zipaquirá, destino final. A estas alturas ya nos sentíamos con ganas de llegar a la meta.
Nemocón, julio 18 de 2010
En la mañana arrancamos con entusiasmo para Zipaquirá, los que aun tenían problemas de llagas en los pies se hicieron remedios, se pusieron vendas y se animaron para terminar esta jornada. Al rededor del medio día llegamos al monumento de los comuneros en un punto llamado el Mortiño en Cogua. Nos comentaron que allí estuvieron los comuneros por espacio de 15 días esterando las capitulaciones, y que en este lugar los ayudaron con comida y algo más. Cuantas cosas aprende uno al revivir la historia, pues es muy distinto que le cuenten algo en una materia o leerlo en un libro antiguo, a conocer los sitios y escuchar de los abuelos las historias patrias. Es como vivirlo uno mismo. Se le pone arrozuda la piel por la emoción de la narración de personas que aunque no lo hayan vivido, lo cuentan como algo propio. Llegamos a Zipaquirá, que recibimiento señores, allí estaba el Gobernador de Santander, la Ministra de Cultura, el General Naranjo de la Policía y otras personalidades mas. Que satisfacción tan grande, que orgullo escuchar palabras de admiración por parte de estos señores de la patria. Después de las palabras de elogio, salimos para Bogotá al monumento de los Héroes a hacer una ofrenda floral a los verdaderos héroes de la patria, aquellos que dieron sus vidas por la libertad de Colombia. A las milicias del Socorro, como reza en dicho monumento. Y a todos los demás ejércitos de la patria, de ayer y de hoy. Esta vez no capitulamos, y pudimos entrar a Bogotá sin ninguna oposición, hasta nos ayudaron parando el tráfico para poder culminar con éxito tan loable tarea de “REVIVIR NUESTRA HISTORIA” Misión cumplida.
JoseFerchoZamPer

NO TENGO AFAN


Yo que a todos les decía
“que afán voy a tener”
Si soy joven y muy guapo
Mucho tiempo yo tendré

Pues pensaba que la vida
Mucho tiempo esperaría,
Y con calma yo podría
Alcanzar lo que quería

Mucho tiempo me esperaron
A que yo me decidiera
Dar el  SÏ, a quien yo  amaba
Y esperando la dejé
Sin caricias ni abrazos
Con  tristeza ella se  fue.

Cuanto deseo hoy sus brazos
 En su pecho quiero estar
Como niño en su regazo
Recostarme y descansar
Pero ahora que la vida
Acosándome está
Pues el tiempo es muy corto
Pareciera no alcanzar

Para tantas cosas buenas
Que quisiera disfrutar
Una esposa, unos hijos
Y mi vida alegrar.

Ahora sé  que el tiempo pasa
 los años no llegan  solos
 mis manos están cansadas
 de tristeza y abandono

todo aquel  que hoy pretenda
por la vida caminar
hazlo tranquilo y con calma
pero déjate  acompañar
de  aquellos que  te quieren
y lejos podrás llegar.
CONVIVENCIA ANIMAL
No Hay Gasolina
LA PIEDRA

La mujer mas berraca del mundo



Don Antonio y su hija, "La mujer mas berraca del mundo"


En una vereda de mi pueblo, hace muchísimos años, nació el joven menos guapo de esa región, a quien la vida no le dio oportunidades, ni tampoco sus padres.

En las noches sufría quebrantos de salud debido al frio tan infernal que caía por ser una zona alta y montañosa.

La comida era tan escaza, que lo poco que comían eran los palominos que cazaban dejando sin zureos a la noche. Aunque el campo producía todo lo que se le sembrara.

Tenían en casa toda clase de armas rusticas y artesanales que uno pueda ver, un rocín igual de descompuesto a sus dueños, y bastantes hectáreas de tierra enbarsaladas que solo los animales conocían.

A sus 18 años era tan seco de afecto como de carnes, con un rostro de pocos amigos, madrugador y un depredador, los animales huían a leguas de él.

Por allí no llegaban ni las malas noticias, por lo que el saber era esquivo a estas gentes.

El hambre lo enflaquece, las disputas lo fortalecen, por lo que se mantenía armando líos.

Cada día perdía el juicio, y se desvelaba por entender el sentido de la vida, porque se imaginaba que lejos de allí las aventuras eran mucho más emocionantes de lo que él vivía.

Sin duda alguna que lo eran, sus continuos pensamientos lo llevaron a un sendero tan estrecho que no atino más que irse a prestar el servicio militar, con tan buena suerte para él, que en esos días se inauguro con estruendos de cañones y escopetas, la guerra de los mil días.

Tuvo mucha competencia allí, habían tantos locos como él, se exigía el doble de lo que le pedían, con tal de obtener un lugar visible en las filas, ya que su estatura no es que le ayudara mucho para hacerse visible.

Como eran tiempos de guerra, este soldado con nervios de acero, o mejor dicho, sin miedo; luchaba contra todo lo que se le opusiera y con todo lo que tuviera a su alcance, ya fuera a machete, a garrote, o con su escopeta y otras veces con la bayoneta. Cualquier cosa era arma para él. Por estas razones fue condecorado con la medalla al valor.

Aunque fue en las cercanías del Socorro, en la hacienda la Peña, donde se inició la guerra el 17 de octubre de 1899, y el primer combate tuvo lugar el mismo día en pinchote, fue Bucaramanga el centro revolucionario donde se fraguo la Guerra.

La guerra se inició en Santander y con ella los reclutamientos. Las filas de los rebeldes se llenaron con voluntarios y con gente que preferían los riesgos de la revolución a ser reclutados por el gobierno. Algunos fueron seguidores entusiastas de los jefes de renombre o de los líderes locales del partido liberal.

En noviembre los liberales asaltaron Bucaramanga. Hubo derroche de valor y de temeridad por parte y parte, en un combate épico que duró casi cuarenta y ocho horas y del cual quedaron en el campo más de mil muertos liberales y no más de cien conservadores, de allí salió heridos Uribe Uribe y varios jefes del ejército liberal. No se dieron reposo después de la mortandad de Bucaramanga. Los liberales fueron derrotados en Manta, pero se desquitaron en la batalla de Peralonso.

A propósito de Palonegro, será siempre un yerro de estrategia y un pecado de táctica, un monumento de pavor para ejemplo de la esterilidad de las guerras civiles; mas en este campo donde tantos estragos hicieron los cosacos de las bestias apocalípticas, quedó demostrada la masculinidad de los colombianos, llegados de todos los rincones del país”. (Coronel Leonidas Flórez Álvarez)

La Batalla de “Palonegro” la más prolija que se registra en nuestras tres guerras de tres años, duró 15 días, con sus noches: empezó el viernes 11 de mayo de 1900 y terminó el viernes 26 del mismo mes.

El General Rafael Uribe Uribe dice: en cuanto a lo sangrienta, esta batalla excede en cualquier otra de la época, pues un 70 por ciento de la oficialidad quedó herida, y el restante bañó con sangre los campos santandereanos, dejando en ella la semilla de las nuevas generaciones, que vendrían a formalizar la bizarría y el empuje de los santandereanos.

“Palonegro” fue estéril como vientre de mula, y maldita como la higuera del Evangelio; y lo peor es que, habiendo debido ser colofón de una revuelta, vino a trocarse por arte de “mafia política” en antesala de la guerra de los mil días.

Acostumbrado al monte y a pasar penurias, no tuvo ningún problema para acomodarse a lo incómodo del lugar, en poco tiempo se encontraba en plena batalla contra enemigos tan invisibles como su propia imaginación. Se enfrascó tanto en sus batallas, que se le pasaban los días y las noches en un solo ajetreo, por el poco dormir y poca comida se le secaron hasta los sesos, de manera que vino a perder el poco juicio que le quedaba.

Se llenó de todo aquello que veía en las batallas, se volvió tan pendenciero y arisco que sus propios compañeros de luchas le tenían miedo.

Asi lo narraba nuestro valiente guerrero, y la historia lo corrobó.

Terminada la guerra volvió a casa. En lo de la valentía superaba a muchos, en lo aventado y resuelto no se le comparaba con ninguno, no era nada melindroso ni llorón. Pero la guera lo dejo tan desubicado, sin saber qué hacer y con su retostado juicio volvió a su lugar de procedencia, donde gracias a su ausencia habían vuelto a criar las aves y demás animales silvestres. Lo primero que hizo fue limpiar y arreglar las armas y demás fierros que usaba para la caza,  olvidadas en un rincón y llenas de oxido por el desuso. 

En lo que antes fuese su hogar, se habían suscitado cambios inaceptables para él, se rechazaban los agravios y las actitudes salvajes, con estos tan desagradables mandamientos y desmotivado por sus extraños gustos, se sentía prisionero en su propia casa.

Era un hombre joven con ganas de luchar, se dedicó a trabajar el campo, oficio que conocía por ser campesino de cuna, sus padres le dieron un pedazo de tierra para que trabajara e hiciera su vida allí.

Le compró el viejo asno al vecino de la finca, luego se fue de casería a las montañas, para no extrañar mucho su anterior vida.

Cuatro días pasó en el monte cazando, completó una carga de animales, los echó en la bestia y se marcho a casa. Comió tanta carne que duro otros cuantos días empachado, se sentía muy puesto en razón que se hecho a pensar en lo que ahora era, y no era antes, para tomar decisiones importantes para su vida después del ahora.

Se sentía tan a gusto, que en este pensamiento duró unos ocho días, hasta que se dio cuenta que estaba solo, y que necesitaba con quien hacer un futuro, en ese mismo instante le pasó la pensadera.

Limpiándose los ojos, se rasco la cabeza como quien se despierta y piensa - y ahora que hago- se dijo para sus adentros.  Será ir a buscar una dama que se enamore de mí, porque yo no creo posible tal locura para mí. El asunto es que sin mujer, como mantener una casa aseada y en orden, ya que esa era su idea de hogar.

Si por mi buena suerte me encuentro por ahí con alguna buena mujer, como de ordinario le acontece a los caballeros, le voy echando mano y haciéndola mi esposa, antes que se arrepienta.

Aquel día en el pueblo, y con unos cuantos guaros encima, se le aflojo la lengua y así era como hablaba, cosa que en buen juicio no lograba hacer.

Se encontró con una joven y al verla recordó que cuando niños él se había enamorado de ella, aunque ella jamás lo supo. Al instante recordó su nombre y le saludo, hola Rosa, donde andabas que hace muchos años no la veía, le dijo.  Y no esperando más tiempo para hacer efectivos sus pensamientos,  sin dar parte a persona alguna de sus intenciones, y sin que nadie le viese, una mañana amanecieron casados, antes de que alguien pensara en no permitírselo.

Estaba contento de haber dado inicio a su empresa, y con esto se animó a seguir el camino, con su mujer y su caballo, convencido que ya tenía lo necesario para continuar su aventura.

Dios, te ruego que no te olvides de mi compañera durante mis tortuosas andanzas y mis caminos interminables por donde emprendo mi carrera, oraba cada mañana.

Su lenguaje y su mal vestir despertaban en Rosa la risa y el enojo, y pensaba en, si aquel hombre era el príncipe por quien había esperado tanto tiempo, a la final aceptó que fuera o no fuera él, era mejor tratar comedidamente.

El caso es que estuvo quince días en casa muy sosegado, sin dar muestras de querer salir de allí, más que a conseguir lo de la comida diaria, en esos días la comida se daba silvestremente y a tiempo entre los matorrales, solo había que tener la sal en la cocina y listo.

Encomiéndalo a Dios, mujer, le decían a Rosa sus amigas, pero no apoques tu ánimo, por tan poco asunto y más teniendo por cierto que te sabrá dar todo aquello que faltaré a su persona.

Después de tranquilizarse todo por allí, al poco tiempo llego el primer hijo, solo que fue niña; y esto no fue muy del agrado del padre, así que intento de nuevo buscando un varón, con tal suerte que hasta el tercer intento nalió varón. Tuvieron muchos hijos, más de los que un solo hombre puede alimentar.

Era tan buen padre como el suyo, que ni los ayudaba a cuidar, pues decía que eso era cosa de mujeres. 

En algún lugar en medio del monte y un día que no recuerdo, llegué a este mundo, para tristeza de mis padres. Pues ellos no deseaban más hijos y menos mujeres, pues ya tenían bastantes en casa, dice con tristeza Gabi.

Por alguna razón que aun desconozco, mi padre no me rechazó como a mis demás hermanas, de tal forma que me protegió y me tomo como su acompañante de aventuras desde escasos 3 años.

No permitía que nadie me tocara ni menos que me pegaran o algo así. Un día mí hermano me hizo caer sobre unos troncos en el piso y eso fue motivo suficiente para que él se fuera de la casa pues temía que mi padre lo acabara a garrote. Y nunca más lo volví a ver, recuerda con profunda tristeza.

Como si a eso se le pudiera llamar amor,  ya que esta niña tan solo tenía tres añitos, y era tan frágil como un colibrí. Aun así, andaba junto a su padre sin tener quien la protegiera.

En ese tiempo no existían leyes que protegieran a los desprotegidos, mucho menos a los niños, que muy en perjuicio de su salud física y mental fuese afectada por tales andanzas.



Don Antonio, como lo llamaban sus vecinos, cultivaba la tierra y criaba animales para alimentar la familia. No obstante, llevaba al pueblo buena cantidad de productos para la venta y para cambiar por licor, y algunos otros elementos necesarios para la vida cotidiana del campo.

Muchas veces se quedaban a dormir en las labranzas, debido a que se les hacia tarde para regresar, la niña tenía que cocinar y ayudar en el beneficio de las plántulas. Ya se imaginaran los banquetes que se daban allí, algo de queso y unos mendrugos de pan, y unas astillas de yuca mal cocidas, con algo de carne encenizada, esos eran los manjares que se servían.

Y para dormir, se enrollaban en sacos, como quien hace un chicote de tabaco, de otra manera amanecerían tan comidos por los bichos que ni caminar podrían.

Por allá duraban hasta una semana sin volver a casa, la niña lloraba tan desconsolada por la falta de su mami,  que ni comía, y todos sabemos la importancia que tiene para un pequeño el comer bien y el amor de una madre.  No querrás vivir tú, tales aventuras.

Sin saber leer ni escribir, y sin conocer más que la vida salvaje, que caballero se puede ser, todo es amargo y sin gracia.

En algún lugar de las montañas tenía su madriguera, no sabemos de quien o porque se escondía, parece ser que se había acostumbrado a vivir atrincherado en su desgracia. Y en verdad que carecía de toda gracia, es decir, no le causaba ninguna gracia a nadie, sino pesares.

Al volver a casa, la niña llegaba cada vez más seca, por tanto llorar. Así pasaron varios años, y aunque se trabajaba duro, en la casa se pasaban muchas necesidades, pues la mayoría de lo que se ganaba, lo escondía para no gastarlo.

En casa se hacía solo lo que él dijera, sino corrían el riesgo de ser levantados a garrote por donde les cayera, así su mujer e hijos aprendieron a ser sumisos, todos en casa le tenían miedo.
Hasta a los vecinos les daba miedo hablarle pues era hombre de pocos amigos. Le gustaba comer pólvora con aguardiente disque para mantener su coraje.

Por razones desconocidas, mi padre tenía que esconderse en el monte sobre todo en la noche, y muchas veces me llevaba con él. Crecí con miedo y desconfianza de la gente, sin saber quién era amigo o enemigo, pues mi padre decía que el mejor amigo era traidor, por tal razón pasé muchos años de mi vida sin poder diferenciarlos.

Quien o porque nos perseguían, nunca lo supe, lo cierto fue que muchas noches tuvimos que huir de casa a dormir al monte pues llegaban gentes buscándonos. Nos tocaba dormir con un ojo abierto y listos para huir, creo que eran tiempos de la violencia aquella en que peleaban unos contra otros sin saber porque.

Unos años después nos toco huir lejos de casa, a muchos días de camino. Allí en medio de la nada, en las montañas, construimos una choza donde poder vivir. Alejados de la civilización pero más cerca de Dios.

Sembramos diferentes cultivos para comer y para tratar de llevar a vender a algún lado. Recuerdo que pasaban semanas sin oír a ningún mortal por esos lados. Aunque por allí no vivía nadie, solo las bestias del campo. Algunas tardes ya casi noche, salimos a algún caserío de alguna parte a llevar los productos de la labranza para cambiarlos por otros de la ciudad. Al devolvernos lo hacíamos bajo las sombras de la noche y por caminos por donde nadie pasaba, eran montañas altas y bastante peligrosas.

Aprendí a luchar a los pocos años de edad al lado de mi padre, recuerda ella, quien la cogió como su acompañante en sus aventuras, enfrentando tanto las inclemencias del tiempo como a sus enemigos naturales por razones de su personalidad.

Cuentan que una vez les salieron en el camino unos diez chuzmeros, y los enfrentó a bala haciéndolos huir. Siempre andaba con su escopeta al hombro, una bayoneta y la macheta de trabajo diario. Decía que nada le daba miedo, pues en la batalla de peralonso las balas le pasaban silvando a lado y lado y no le hacían nada.

Era tan buscapleitos que un dia estaba con tres amigos tomando en una cantina de la vereda, discutieron por razones de los tragos, y les armó bonche, como eran mayoría lo sacaron corriendo, se fue a casa, sacó la escopeta y otros fierros, se escondió a esperar que pasaran de regreso a sus casas, duro toda la noche escondido a la vera del camino esperándolos, pero nunca pasaron. Lo concían tan bien, que prefirieron irs por las rastrojeras a pasar por el camino.

 A este hombre lo perseguían las bestias salvajes, gatos monteses, fieras que echaban humo por la boca, con dientes de sable, también lo atacaban perros negros con ojos de fuego y garras como de león, era algo normal escucharle contar historias de estas, pero lo mejor era que varias veces hubo testigos que lo corroboraban.

Cuentan que una vez peleaba con su mujer, ya la estaba ahorcando cuando de repente saltaban unos gatos negros desde los árboles, maullando en una forma tan infernal que se lleno de pánico y salió huyendo diciendo que era el diablo, dejando medio muerta a su mujer.

Gabi aprendió a caminar por los peores caminos, pues su padre casi nunca usaba los caminos normales de las personas sino que buscaba ir por donde nadie lo viera, pues no solo huía de la gente sino también de la policía; pues lo buscaban con mucha frecuencia por sus conflictos con los demás.

Duraban semanas enteras con su padre escondidos en el monte, donde trabajaban la tierra, dormían en trincheras hechas por él, para protegerse del mal clima y de los mosquitos que sobreabundaban. En esta forma paso la infancia, así aprendió a ser muy callada y poco sociable, además miraba a los demás con sigilo pues no sabía en quien confiar.

Pasaba días enteros triste y llorando, pensando en mi madre y mis hermanos, pues no los podía ver por estar perdida en el monte con mi padre.

Aprendió a tener miedo de los demás, a ser desconfiada, a estar a la defensiva y siempre expectante aunque no hubiese motivo para ello. La perseguían los fantasmas, las ánimas, los animales salvajes, las sombras y hasta los hombres.

A este guerrero a sus 50 y tantos años de vida lo acosó la muerte hasta que se lo llevó sin dar mucha pelea, pues ya estaba tan agotado de luchar en la vida que no pudo dar más y una enfermedad de muchos años lo venció.

Mi padre escondía el dinero que le quedaba de lo que vendía, al cabo de un tiempo tocaba sacar a asolear los billetes pues comenzaban a llenarse de moho. Recuerdo que tenía una mochila llena de billetes y monedas. Pero los escondía en el monte y después de su muerte nadie supo donde estaba dicha mochila y seguimos siendo pobres por muchos años más.

Gabi tenía escasos 12 años cuando el murió, pero aún así le tocó aprender a tomar las riendas de su casa, y muy pronto manejaba con valentía lo que su padre había dejado, tomando así el liderazgo de su familia en casa de su mamá. Esta mujer había heredado el espíritu de su padre.

La lucha contra el hambre.

Se caso a los 18 años con un buen hombre, trabajador y luchador como ella, pero tuvieron tantos hijos que su situación se torno mas difícil pues alimentar a más de una docena de hijos y darles estudio y vestido era cosa imposible. Su lucha se incrementó cada día pues las pocas fuerzas se consumían trabajando el campo y criando a sus hijos, tarea titánica para una mujer de talla mediana y bastante desnutrida, pues la falta de alimentos no permite tener un cuerpo apto para estas labores duras del campo y el hogar.

Después de la muerte de mi madre nos fuimos a vivir a una finca de unos abuelos muy buenas personas, allí ya comenzamos a trabajar para sacar adelante a nuestros hijos. Cosa bastante difícil pues darle de comer a tantos exige mucho trabajo.

Una de sus mayores batallas fue contra el hambre, o la falta de comida. Ya que su familia siempre fue numerosa, nunca hubo suficiente para todos. Aunque la tierra produce buena comida uno no se puede alimentar de dos o tres productos solamente.

Mi lucha ha sido sin descanso, siempre he estado sola aunque hayan muchos con migo. Esto es apenas un breve comentario de mi vida, pues no se alcanzan a imaginar lo dura que ha sido mi lucha por sobrevivir.

Por más de 80 años me ha perseguido mi padre, su espíritu no me ha dejado sola. Para mal o para bien su compañía ha sido mi fuerza, al momento de enfrentar a los que me quieren hacer daño, el ha estado con migo y me ayuda a vencerlos.

Recuerdo que un día caminaba a casa en el campo, un hombre grande como de 2 metros venia hacia mí con un machete al cinto amenazándome, de un salto lo agarre del cuello con una mano y con la otra le cogí la macheta y lo empuje a un vallado, este hombre no supo donde quedó al ver mi destreza. Nunca más me volvió a mirar mal.

Me llamaban con cariño “la fiera”. ! en alusión a mi agilidad. ¡ eso creo.

A estas alturas de mi vida me da la impresión que todo eso no ha sido lo mejor para mí, ni para mi familia, creo que si hubiese tenido un padre cariñoso, tierno y comprensivo tal vez no hubiese tenido tantos problemas en la vida.

Las historias contadas son muy bonitas, pero vivirlas son muy difíciles, no tienen ni idea cuánto daño y sufrimiento me ha causado todo lo que he vivido, tanta soledad sin tener a nadie con quien compartir las cosas buenas y malas de mi infancia, las penas y tristezas de ser una persona desagradable a los demás por mi forma de ser, por mi mal genio, porque no aprendí a valorar a las personas por las cosas sencillas de la vida sino por sus capacidades de trabajar y producir ganancias.

Desde muy niña tenía que trabajar duro como uno grande, recuerdo que mi padre me regañaba por no hacer una cantidad de trabajo como él, y aprendí a exigirle a los demás que no descansaran sino que tenían que trabajar a toda hora, pues el tiempo perdido los santos lo lloran y que al hombre sin plata la cama lo mata y muchos otros dichos que me hacían ser productiva y exigente con los demás.

Cada día y noche en el monte, anhelaba estar con mi madre y mis hermanos, pero tenía que aguantarme las ganas, pues no sabía ni dónde estábamos, mucho menos saber llegar a casa. Esto me hizo ser una persona poco amiga de la familia, pues prefería estar sola que con ellos. A si mismo me impuse en mi casa, domine a mi esposo y a mis hijos, siempre fui la que mandaba y decía lo que se hacía y lo que no.

Parece que esto no fue muy bueno, pues si no estaba yo al mando, nadie hacia nada y menos lo que yo decía, pues no podía estar siempre a lado de mis hijos.

Mirando hoy a mucha gente que tiene ideas y sueños para sus vidas, me doy cuenta que yo no aprendí a soñar pues ni siquiera podía dormir bien menos tener algún sueño. No he podido entender a la gente que dice tener planes para el futuro, o que quiere sacar adelante sus sueños, como si soñando lográramos satisfacer las necesidades del diario vivir.

Con tantas necesidades no queda tiempo para soñar ni hacerse planes a futuro, menos analizar o planear lo que vamos a hacer. Pues las obligaciones nos llevan a estar a toda hora en el rebusque de la comida y más cuando son tantos en casa y están esperando que uno solo haga todo.

Tenía que madrugar antes de las 4 de mañana, a hacer desayunos y a alistar todo lo de los muchachos, pañales, teteros, ropas y mucho mas, además el almuerzo y todos los oficios de la casa, era imposible tener cabeza para algo mas, menos para tener sueños.
Para mayor desgracia mía, mi esposo murió en un accidente, dejándome con hijos pequeños razón por la cual me enfermé varios años y nos tocó más difícil, aunque ya los mayores ayudaban a trabajar, pero eso de ser madre y padre a la vez no es nada fácil.

Gracias a Dios mi vida ha cambiado en todo sentido, en el trato con mis hijos y con los demás, pues Dios me ha transformado. He podido vivir muchos años de paz y armonía en mi casa con mis hijos, con mejores condiciones económicas.


Hoy tengo más de 85 años,
y siento desfallecer,
ya no me quedan fuerzas,
ni siquiera para comer.
        
JoseFercho ZamPer