Una historia de vida.

 Mujer, tú sabes que soy poco charlatán, pero no quiero dejar pasar las oportunidades que Dios me da para comunicarme.

 Quiero contarte una historia.

 Imagínate en el año 84 a un joven que va a la gran ciudad en busca de oportunidades para su vida. Él tiene 24 años y en ese momento se enfrenta a una decisión que marcará un antes y un después en su vida.

 La duda irrumpe en él y siente como si estuviera andando con la soga al cuello, por un lado, está sin trabajo, tiene una novia cantaletosa como nadie y no le agrada para nada la ciudad.

 Dime tú, ¿qué opciones tiene este muchacho?

 Creo que tomó la mejor opción; se fugó a escondidas para la gran ciudad a donde no quería, así se desentendió de su novia y fue a buscar en que trabajar.

 Asumir una relación de pareja que no hay, es algo muy fregado. Cuando se habla de relación de pareja se habla de dos, y no de uno solo, tampoco de uno y medio, mucho menos de tres. ¿Cierto?

 Aceptar lo que la convención social aconseja y casarse con quien no es, un grave error.

 Y como este hombre ha intentado ser muy responsable, elige la peor opción para otros, pero la mejor para su vida futura, la de labrarse su propio destino o vida.

 Ya en la ciudad, se encuentra solo y un tanto perdido, pero con ganas de salir adelante en sus deseos de un mejor vivir.

 Infortunadamente vemos a diario gente conviviendo con personas que no aman, con trabajos que ni quieren, y con hijos queridos, pero no deseados.

 Y ante esas encrucijadas, ¿qué consecuencias traerán a sus vidas?

 Necesitamos tomar decisiones que nos conviertan en los protagonistas de nuestra propia vida, y dueños de nuestro futuro. Toda decisión trae consigo soluciones buenas, regulares o malas; pero mientras aprendamos de cada situación, encontraremos esa respuesta que solo se halla dentro de cada uno.

 Cada cual puede ser el mejor maestro de sí mismo, si está consciente y aprende de sus actos del día a día. Para ello debemos mejorar cada aspecto en la vida, así poder seguir el camino hacia la felicidad.

Toda vida es una fábula, es una narración contada a través de las vivencias, experiencias que nosotros mismos decidimos interpretar de una manera u otra. Experiencias que al ser observadas tras las barreras podrían ser ficción o veracidad de cualquier novela.

 Todo depende de la voluntad de la persona para que la vida trascienda, si podemos justificar cada una de las decisiones que definen nuestra vida, seguro nos satisfará.

 Y si eso sucede con vidas comunes y un tanto aburridas, como la mayoría de las nuestras, ¿qué sucederá con las de aquellos personajes que se creen o son relevantes? Seguramente más complicadas por la manera como otros las dibujan.

 Al tratar de interpretar la vida de personas relevantes que han trascendido en el olvido del tiempo, podemos ver cómo las desdibujamos, al punto de convertirlas en caricaturas. Y son pocas las vidas de fábula que nos puedan inspirar.

 La gran mayoría de las personas medimos la sabiduría por el número de seguidores que pretenden tener o conseguir. Otros cuantos contemplan la vida como si ésta fuera un eterno sufrimiento, y se flagelan en público obsesionados con que otros hagan malabares para narrar la fábula de su vida.

 En tiempos sombríos cuando la mujer tenía un único papel en la vida, tener hijos y servir a los hombres, se obsesionaron los profetas de la moral con el cuento de que “todo es pecado en esta vida”. Aun así, se casan sin amor, dada la tirantez de su relación.  Y se la pasan todo el día fuera de casa con amigos, discutiendo, bebiendo y comiendo. Hasta que los truenos se transforman en tormenta.

 Cuando pienso para mis adentros al ver las dificultades que pasan muchos, con gran extrañeza comprendo que, son muchas las cosas que necesitamos para vivir; móviles cada vez más sofisticados, coches cada vez con más lujos, prendas cada vez más ridículas, pero de marca, y mil cosas más. Y a eso le llamamos desarrollo, y lo mas que se obtiene es una mala vida.

 Lo cierto es que cada uno tiene sus propios juicios de valor sobre la vida y sus acciones, los cuales se pueden apreciar o despreciar según el punto de vista de cada cual, sus intereses, sus prejuicios, pero lo que nadie puede poner en duda es la dignidad que cada ser humano tiene.

 La espiritualidad es el camino para encontrarse con lo trascendente, esta puede estar pegada a una religión o sin ella. Se trata de encontrarle propósito y significado a nuestra vida.  Cada uno la vive a su manera, pero se necesita una forma de construir la vida y las relaciones con otras personas y con el mundo. Tener poder de decisión sobre uno mismo y ser conscientes del propósito y sentido de la existencia.

 El ser humano necesita basar su vida en acciones virtuosas, sustentadas en el pensamiento, la justicia y la razón. Así se suceden los grandes hitos, una decisión tomada en un instante cambia el curso de los acontecimientos.

Después de un año bastante agitado, sorprendido por una cotidianidad adormecedora, una noche cualquiera en el salón de clases, de pronto levanté la vista y la vi, ahí estaba ella, la mujer que lo cambiaría todo.

 - ¿Aunque he estado desde el comienzo del semestre no me habías visto? Me dice sorprendida. Pero, esa espontaneidad fue apasionante.

 Ella, una mujer muy sensible con sentimientos no concretos todavía a cerca del amor. Hoy, con tres hijos, dice que no sabe si existen las parejas perfectas y que claramente ellos no lo son. Como cada historia, ésta se escribe día a día.

 Cuando le propuse matrimonio; “Supe que sería para siempre”.

Hay instantes en los cuales los pensamientos habituales de la rutina pasan de largo. “No dudo de que el amor a primera vista existe”. Pero cuando se mira desde adentro, desde el corazón.

 -El primer beso. “Al recordarlo todavía siento las mariposas”, dice.

 Las circunstancias truncan las esperanzas y sueños de todos nosotros. Sin embargo, cuando adquirimos conocimientos y los aplicamos, suceden milagros. Con amor y perseverancia se alcanzan los objetivos propuestos. Actuando con autenticidad, creyendo en lo que somos y en lo que podemos ser, buscando siempre una vida más justa y digna para todos.

 Cuál estilo de vida es el necesario para ser feliz.

 La felicidad no requiere que el ser humano tenga un determinado estilo de vida, se necesitará una vida conforme a las expectativas de vida espiritual. El alma está envuelta en cada actividad de la vida. Ningún ser humano tiene el futuro asegurado de tal modo que la felicidad depende de saber afrontar los embates del camino.

 Porque si la felicidad depende del amor es necesario tener pleno control sobre el yo, o sobre la parte mundana del ser. De lo contrario el cuerpo “demandará el control de la razón”. La naturaleza humana nos lleva al caos o al desorden, pero si el alma gobierna al cuerpo, el orden estará presente en nuestra razón.

 La vida tiene que ver con la función propia de cada ser, que es aquello para lo cual ha sido creado, que va más allá de la vida común, porque es una vida superior a la de las plantas y animales, pero inferior a la de los seres divinos.

 La vida del ser humano debe caracterizarse por el uso de la razón que le permite deliberar y elegir lo que le conviene, tarea que no puede ser realizada por los seres vivos inferiores, sino como lo propio del individuo que le permiten conducirse con acierto y alcanzar la felicidad, y la felicidad requiere una virtud perfecta.

 Porque, “si las actividades rigen la vida”, y la vida del ser humano es la actividad, entonces la gran mayoría de la gente será infeliz.

 La felicidad como “el resultado del esfuerzo de toda una vida” no es para nada satisfactoria.

 Una vida contemplativa, “será la perfecta felicidad” por lo que, caminar y contemplar la naturaleza ocupa un lugar muy importante en el camino a la felicidad.

 Establecer un tiempo para ser feliz es arbitrario, debemos serlo a diario, pues una vida perfecta es aquella que se vive con felicidad.

 Gracias a Dios por hacer de cada día un día súper especial, por los amigos, la familia, las labores a realizar y por todo lo que demostramos con amor y afecto.

 Un gran abrazo, amigos.

 

JoseFercho ZamPer

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