El único egoísmo inteligente es procurar el bien ajeno, para sentirme mejor.
Cuando
nos relacionamos con los demás; sea con la pareja, con la autoridad, o personas
en general, siempre estamos buscando una comunicación asertiva. Se trata de
cuidar, de dar, de servir, porque se ama.
Con
seguridad que esa persona con la cual nos relacionamos se sentirá mucho mejor cuando
se sienta bien tratada. Entonces, se convertirá en lo que está llamada a ser.
Se
sentirá con mucha más confianza para expresar sus sentimientos, aprenderá a no
callar lo que piensa, a sobre llevar sus cargas sin dejarse aplastar por ellas.
Porque
al estar en un lugar donde se siente escuchado y sobre todo querido, se siente
agradado y complacido.
Para
ello necesitamos aprender a no tener en la mente: juicios, opiniones ni calificativos
de la persona con la que vamos a compartir. También de uno mismo.
Me
parece en gran medida muy desafortunado que cuando estamos hablando con
alguien, como un acto inconsciente, de repente nos encontremos tratando de
identificar su perfil de personalidad, o de ver qué tipo de ayuda necesita sin
antes haber escuchado sus necesidades o lo que tiene que decirnos.
Tratamos
de analizar a las personas y ubicarlas en un tipo perfil psicológico
supuestamente para poderlas ayudar, pero sin darles la oportunidad de conocer
sus inquietudes o sus historias.
Necesitamos
aprender a valorar la calidez humana, la forma de darnos a conocer, como brindar
conocimientos desde el corazón sin que nos rechacen por petulantes o creídos.
Aprender
a generar confianza, a tener paz, tranquilidad, seguridad hasta alcanzar una
intimidad que nos convierta en familia con el otro. Eso sí que es terapéutico.
Crecemos
poco a poco hasta la madurez, soltando de a pocos hasta sentirnos libres.
Necesitamos
darnos la oportunidad de conocernos a nosotros mismos primero, eso es maravilloso;
irnos descubriendo y conociendo para seguir adelante, para querernos y aprender
a querer mejor a los demás.
Es
un regalo, un don muy especial.
Me doy permiso para…
“ser generoso, y elijo con quién serlo para
mantener el equilibrio entre el dar y el recibir”.
Cada vez son más los que quieren todo para sí mismo, y entran en el juego de amontonar, acumular, vivir empachados.
Me
siento mejor cuando las miradas son mutuas, cuando las sonrisas se alinean con
la situación, cuando caminamos en equilibrio los dos, cuando experimentamos las
cosas con dolorosa intensidad y las dejamos ir para siempre; así todo es más
saludable.
Decido
conocerte en el silencio, y a través de las palabras, con tus y mis miedos,
antes que se desvanezcan para siempre. A partir de cada uno de esos momentos cuando
decido no huir, cuando decido explorar hasta conseguir la abundancia de tu
corazón que te caracteriza en este mundo.
El
hecho de darnos permiso nos hace fuertes y generosos, nos nutre con el poder de
conectar y despertar a la comunicación y al conocimiento humano.
Los
estados del YO.
El
sentido del deber. Sin él,
no tendrás normas, no sabrás ponerse límites, no respetarás la ley ni las
tradiciones, no vivirás en armonía.
El
sentido de realidad. Es el
sentido común, la capacidad de darse cuenta de lo que pasa fuera y dentro de ti.
El
sentido de las emociones fundamentales.
Es ese niño o niña que llevamos dentro.
Tiene
que haber un equilibrio entre esos 3 estados del yo.
El
Mundo sería un lugar muy complicado sin tener el control de lo que somos.
Todos
tenemos en nuestro ser interior un padre, una madre, un adulto, un niño, el
sentido del deber y del amor, que nos enseña a integrar en nosotros el sentido
de vivir. Así es como funcionamos.
“Aunque
nada cambie, si tú cambias todo cambia”.
Me
doy el permiso de ser auténtico. Cuando me conozco puedo mejorar y te puedo conocer
de mejor manera. Siendo un adulto sano puedo ser más expresivo, más cariñoso, analizar
mejor, me permite poner límites, ser autentico, y así saber llevar situaciones sociales
que agotan.
Sin
ellos, caemos en la tristeza, en la depresión o incluso en no tener ganas de
vivir.
Un
aliado para la memoria y la organización.
Hablar
contigo mismo con palabras amables y positivas, activa múltiples áreas del
cerebro simultáneamente, lo que fortalece las conexiones neuronales, además de ayudar
a estructurar mejor tus pensamientos, activa una representación visual en tu
mente, lo que facilita la orientación y la concentración.
Leer
notas o listas de tareas en voz alta también resulta ser una excelente manera
de fortalecer la memoria.
Un
impulso para la motivación y la gestión del estrés.
Más
allá del aspecto cognitivo, hablar con uno mismo juega un papel importante en
la regulación emocional.
Esta
forma de diálogo interno nos permite observar nuestras emociones y nuestros
propios pensamientos, y nos lleva a adoptar una actitud más racional y menos
agobiada por el estrés, favoreciendo así el bienestar emocional.
Las personas que se sienten abrumadas por pensamientos
negativos pueden hablar en voz alta consigo mismos, esto ayuda a calmar y
monitorear el flujo de pensamientos.
Al
articular sus ideas, resulta más fácil examinarlas desde una perspectiva más
objetiva, lo que puede ayudar a frenar los ciclos de rumia que a menudo se
asocian con los trastornos de ansiedad.
Si
tienes dificultad para comunicarse con otros, primero habla contigo mismo, así podrás
maximizar tus capacidades cognitivas, y sabrás que decir en esos momentos.
Estos
diálogos consigo mismo deben ser conscientes, de lo contrario no funcionarán.
Feliz Mañana, tarde y noche.
Bendiciones.
JoseFercho ZamPer.
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