Atados con nuestras propias cadenas

Nos sentimos tan inseguros como somos que, creemos que aun los caimanes se han vuelto nuestros fans, con lo que acreditamos su aparente ternura, a la sombra de tanta adulación que ha sido causa de nuestra desgracia.

Los seres humanos tratamos de cubrir nuestras necesidades con lo que los demás nos aportan. Aunque no lo percibamos muchas veces nos atamos sin darnos cuenta, con nuestras propias cadenas.

¿Estamos encadenados?

Muchas veces tratamos de insistir con la curiosidad de un niño, haciendo muchas preguntas deseando hallar respuestas, pero al ver que no las encontramos, tras varios intentos fallidos, terminamos asumiendo que no resolveremos nuestras dudas y nos olvidamos del asunto. Por no rebuscar e indagar por más tiempo, no encontramos respuestas a muchas de nuestras inquietudes.

Algún sabio explica que el elefante no se libera, aun pudiendo, porque desde muy pequeño ha estado atado a la estaca. Cuando no era más que un bebé y sus fuerzas eran menores el elefante trató de soltarse tirando de la cadena que lo amarraba y, tras fracasar una y otra vez, terminó aceptando con resignación que jamás lo lograría.

Esto mismo parece que nos sucede a los seres humanos, quedamos atrapados en las enseñanzas pasadas, las cuales hacen de estaca, inmovilizando muchas cualidades en la persona, y dejamos la vida pasar sin hacer lo suficiente por cambiarla, aceptando que, si las cosas son así, no podemos hacer nada. Pese a ser consciente de todo esto, muchas veces ante las adversidades nos sentimos encadenados y dejamos de luchar.

Me sorprendo al ver cómo tan fácilmente aceptamos respuestas negativas a nuestras necesidades, yo mismo, me he mantenido atado a mis propias cadenas, sin embargo, he descubierto que mis errores y experiencias son la única manera de encontrarlas al darme cuenta de qué me frena o me impulsa.

Cuando lucho en verdad por lo que deseo, cuando me cuestiono por lo que no entiendo, y busco hasta hallar respuestas satisfactorias, aunque vayan en contra de mis creencias, veo con claridad mis limitantes.

Cuando nos sentimos culpables de algo, sufrimos; la culpa es una emoción difícil de manejar. Tal vez no seamos conscientes de la importancia que tiene la culpa en nuestras vidas, si discutimos con la pareja, o con algún amigo o compañero, y nos empeñamos en buscar culpables a cambio de perdonar, sentiremos enfado, deseos de venganza, nos sentimos mal y nos reprocharemos lo que hemos hecho.
Los errores son inevitables, aprendamos a convivir con él. Asumir nuestro error, intentar aprender para no repetirlo, corregirlo, reparar el daño, es estupendo, pero perdonémonos porque somos humanos y es inherente a la naturaleza humana equivocarse.

No malgastemos nuestras energías buscando culpables, aceptemos nuestros errores y corrijámoslos, pongamos nuestro esfuerzo para aprender de ellos. Tampoco podemos aceptar todo lo malo que nos quieran echar encima, está en nuestras manos el cambiarlo.

Nuestro comportamiento afecta a los demás, como a nosotros nos afecta el suyo, pero cada uno es responsable de su propio malestar.

Asumamos las consecuencias de nuestros errores con altura, nuestra conducta debe ser intachable, pero no permitamos que esos errores nos encadenen hasta impedirnos vivir. La culpa como mero achaque es una emoción que nos bloquea y que no aporta nada positivo, tengamos cuidado de no alimentarla.

En las personas se genera desde muy pequeños, y con mucha facilidad una cultura de culpa exagerada, cuando se vive a diario en esta realidad, lo normal es que se eduque y se aprenda a metabolizar esa culpabilidad y salirnos sin más, con total impunidad. Esto es lo que todo el mundo entiende como gente normal.

Por qué no aceptar que nos hemos equivocado y pedir perdón, un lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a suceder, suele ayudar a minimizar la culpa. La madurez consiste en responsabilizarnos de nuestros actos y de sus consecuencias.

Las culpas patológicas, los miedos o fobias, no sólo nos hacen la vida imposible; van más allá, nos obsesionan y nos enferman. Siempre, y con la mayor celeridad posible; sin intermediarios y sin excusas; pidamos perdón y perdonemos a nuestros deudores. Que no nos caiga la noche sin estar en paz con nuestro prójimo.

Cuando ese lazo se convierte en algo que determina nuestra vida, que nos hace preocuparnos menos por nosotros y más en función de otras cosas, está claro que debemos soltar esas amarras.

Un callejón sin salida

Los seres humanos sufrimos por desear lo que no tenemos: el trabajo soñado, más dinero, tiempo libre o cualquier otra cosa; sin embargo, por el camino olvidamos lo que verdaderamente necesitamos. Algunas veces, el problema no es aferrarse a lo material sino a personas; llámese familia o una relación de pareja, o simplemente, a una amistad.

Aferrarse a cualquier cosa o persona, resulta igual de dañino, el no poder superar la pérdida de un familiar o de alguien a quien amábamos, resulta dañándonos.
La solución.

Resulta difícil entender que, vivir pendientes del dinero se nos ha convertido en una mala costumbre. Encerrarnos en nuestro propio error, generando así un sentimiento de culpa que no nos permite seguir adelante. Los afectos, las relaciones, las posesiones, los títulos van y vienen. Intentar aferrarnos a cualquiera de esas cosas nos impide abrir nuestro corazón y darnos cuenta de la verdad.

Nuestro bienestar, no debe depender de nada que no sea bueno, el reto consiste en aceptar y confiar más en Dios y en nosotros mismos. No tiene sentido dejar que nuestra vida dependa de otra persona o de cosas materiales.

Llega el momento en que debemos tomar buenas decisiones, el camino tiene obstáculos por si solo, es claro que los recuerdos persistirán por siempre, pero lo importante es entender que aún continuamos aquí y hay muchas razones por las cuales alegrarnos de estar vivos: empezando por nosotros, los hijos, las motivaciones para vivir o la familia propia.

Adiós apegos

Cuando éramos niños nos asombrábamos por todo, en aquellos momentos éramos receptivos y toda nuestra atención estaba puesta en disfrutar el momento. Al saber que nada nos pertenece, es fácil dejar los apegos para ser libres. No es posible avanzar por el camino con la mirada fija en el pasado. Somos los creadores de nuestras propias limitaciones, si pudiéramos ver todo el proceso, notaríamos los grilletes que nos hemos estado poniendo en nuestros pies y manos.

La escasez, la enfermedad o el temor tienen poder sobre nosotros, sólo si “estamos seguros” de que son reales. Pero podemos liberarnos de ellos con la misma facilidad con la que, hemos creído en ellos.

Si queremos ser realmente felices, debemos perdonar, ese peso lo único que hace es hacernos daño, para limpiar mi vida debo primero perdonarme a mí mismo y luego a los demás, y dando gracias por todo lo que hemos sufrido a causa del dolor que nos hemos infringido.

Como todos los mortales tenemos heridas que sanar, en el trayecto de nuestra vida encontramos que amar es entregarse uno mismo. Generalmente los padres no enseñamos a los hijos a quererse a sí mismos.

Estoy conversando con la Confianza y con la Valentía, para obtener Paciencia y Alegría. Nosotros mismos ponemos las piedras en nuestro camino, cuando comenzamos con las dudas y los miedos.

El camino no es la duda, el camino es la seguridad, solo que a mí me cuesta un poquito el liberarme del pasado, vaciar esa mochila que me pesa y no me deja ser y hacer, es mi proyecto de vida para llegar a ser lo que Dios quiere de mí. El liberarnos es la opción para mejorar nuestros pensamientos y creencias.

Nuestra realidad es una ilusión, la certeza es el camino personal, el proceso de maduración es esencial.

Al pasar el tiempo veo con más claridad que todo en este mundo está manipulado por el enemigo del bien, aquellos que experimentan con las ideas, a la vez que esclavizan las mentes de todo aquel que se mantiene en las tinieblas.

Lo que pasa en nuestras vidas es resultado de cómo pensamos y vemos el mundo, es increíble todo lo que nuestra propia mente puede lograr, y a pesar de todo seguimos sin poder aceptarnos del todo, seguimos con dudas con temor. Esto es parte de lo que nos enseñaron.

Todas las mañanas lo primero que hago es abrir mi corazón a Dios en oración y en acción de gracias por todas las bendiciones que el trae a mi vida, luego leo su palabra, la biblia, y le rindo todo lo del día, y recibo su libertad gloriosa como un niño recibe su golosina o su juguete favorito.

Nos envejecemos cuando dejamos de jugar, y nos morimos cuando dejamos de creer.

Jesucristo te ama y te bendice.

JoseFercho ZamPer

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