El guardaespaldas.

Para ser guardaespaldas de una estrella, no es necesario involucrarse personalmente en sus vidas, mucho menos utilizar artimañas o acusarlas de ingenuas o tontas en las redes sociales para hacer parte de algo con ellas. El compartir una anécdota sencilla y curiosa de la vida cotidiana con ellas, es suficiente.

He dado protección a familias de famosos durante más de 30 años; hasta he rescatado a rehenes de secuestros y en varios lugares bélicos.

Aunque esta labor es para machos, justo ahora hay mujeres en este negocio, lo cual me parece irónico, ya que la mayoría de ellas son las que piden protección.  

Comencé como todos en este negocio, primero presté el servicio militar, luego ingresé a la policía, buscando ser detective. Pero preferí cambiarme a la seguridad privada buscando más acción. 

En los comienzos tuve que disfrazarme de mendigo, de policía, de ladrón, hasta de político, con tal de ingresar a distintos lugares; de acuerdo con la misión. Pero eso me aburrió, no daba suficiente margen de operación. Aunque a veces se expone la vida a grandes riesgos, no soy tan dramático, el trabajo así lo exige, lo clientes también. 

Entonces preferí el ejército, con los programas de salvamento y rescate de secuestrados. Ahí si está la acción.

Los rebeldes acostumbran a secuestrar a los militares, y a cualquier persona que les pueda proveer ingresos para su causa. Aquí es donde entramos nosotros, un equipo de rescate secreto contratado por el gobierno o por los familiares de las víctimas. 

Mi primer trabajo fue liberar a una mujer que había sido secuestrada por dinero, era la esposa de alguien. Yo estaba durmiendo, a eso de la media noche me entró una llamada pidiéndome ayuda en ese caso, de inmediato salí a servir.

Era un secuestro exprés, la atraparon saliendo de un centro comercial a eso de las 9 pm, la llevaron a algún lugar de la ciudad; al instante los que notaron la situación informaron a la policía, esta a su vez informó al esposo, y este me llamó.

Hice un par de llamadas a mis contactos, en busca de información, revisaron cámaras, chuzaron teléfonos y todo lo que estaba al alcance de sus manos. Ellos eran la ley.  

Fue suficiente tres horas para dar con su paradero, con mi grupo de trabajo llegamos pasada la media noche a la prisión, la tenían encerrada en un cuarto medio oscuro, esposada a la cama. Eran dos hombres feos y malos, se disponían a violarla según observamos, entramos sin tocar a la puerta, los atrapamos y les hicimos la vasectomía, el problema fue que por ser de noche y como no llevábamos los instrumentos necesarios, decidimos amputar todo para no demorarnos mucho. 

Se hizo la entrega sin testigos y sin preguntas, ni los noticieros se enteraron. Este trabajo nos abrió las puertas para muchos otros. 

Debido al terrorismo, la seguridad está en manos privadas, los petroleros, lo narcos, los gobiernos corruptos y demás ricos de hoy, están pagando muy bien estos servicios. Los datos privados de las personas ya son públicos, en la red se consigue toda la información necesaria para el trabajo, solo hay que hacer algún pequeño donativo y se abre la caja de pandora.  

Todos los nuevos ricos forman su propio grupo se seguridad, y demandan cursos de entrenamiento, ahí también hay bastante trabajo. Lo cual está bien, porque el desempleo es muy alto en el mundo.
 Los secuestros se hacen porque hay quien paga los rescates, ya que son personas importantes, aunque su liberación no es posible en todos los casos. 

En el año 75 Julio César era un joven de 25 años, estudiaba medicina, estaba lejos de casa, hijo de un político que todos conocemos, toda una promesa de poder. 

El día menos esperado, fue retenido y apresado por unos piratas viales, que pidieron un rescate de 20 millones de dólares por su liberación.

Sus poderosos padres no se acobardaron, en cambio hicieron la llamada a un amigo; informó su situación con tal de no pagar dicha suma. Para salir de ese apuro lo antes posible y sin ninguna publicidad.  

Los secuestradores esperaron tres días por la respuesta, mientras tanto nos contactaron y nos pusieron al tanto de todos los detalles de la situación. 

Al tercer día volvieron a llamar, la respuesta fue que ya estaba listo el dinero, y se pusieron de acuerdo para su entrega. Mientras tanto el plan estaba en ejecución.  Mientras algunos de ellos fueron a recoger el dinero, nosotros les caímos encima con todo el peso de los fusiles y demás fierros. Allí solo quedo vivo el rehén.

Al volver los cobradores, solo encontraron una bala para cada uno, el dinero también se recuperó. 
Tras varios fracasos al intentar negociar con solitarios forajidos, o con grandes grupos de bandidos, recurren a quienes les ofrecen soluciones reales y efectivas. 

Un empresario pasó cautivo varios meses mientras su familia y otros miembros de negociadores intentaban comprar su libertad, después de haber pagado varias veces su precio en oro, los villanos lo querían asesinar. En ese momento nos contactaron y gustosos hicimos el trabajo sucio, sin ninguna consecuencia para ellos, y recuperando mucho mas de lo pagado por su rescate. Ese negocio fue muy productivo para mi grupo, obtuvimos un pago triple. 

Por último, contaré la historia del cautiverio de un escritor muy famoso, quien estaba nominado para el novel ese año. Cuando volvía a casa después de una gira por Europa fue secuestrado por la guerrilla un 26 de septiembre. Su cautiverio duró cinco largos meses en las selvas latinoamericanas, por lo que el rescate que pedían por él era casi imposible de pagar. Unos meses atrás estábamos trabajando en el caso, mientras conseguimos toda la información y así ir a la segura. En tres días llegamos a ellos en avión y luego en botes en medio de la noche, de allí alcanzaron a huir unos cinco delincuentes, por falta de munición. Los restantes cuarenta y pico, quedaron sepultados por la maleza selvática. Aunque la noticia decía que el escritor había huido en un descuido de sus captores, mientras escapaban de una arremetida militar de dicho país.

Y es que la piedad no es una virtud que caracterice a los políticos o poderosos de la tierra. Aquí no hay amigos, o son clientes o enemigos, el margen de operación no da para las amistades. 

Lo más importante para este trabajo es la inteligencia, tanto la militar como la del cerebro. La fuerza y la destreza van después.

Yo no soy guardaespaldas de estrellas, porque obligan a usar cuchillo y tenedor en los restaurantes y demás lugares de lujo, a donde ellos asisten. O tomar el té y pasar desapercibidos; ese no es mi estilo.
Hay muchos riesgos personales en este trabajo, pero si uno sabe hacer bien su oficio, los riesgos se disminuyen.

 Estamos bien entrenados para el trabajo, generalmente son tácticas de extracción, cuando terminas es cuando cuenta cabezas, la que en realidad vale es por la que le están pagando. 

En mi vida anterior era cazador furtivo, por lo que se me ha dado muy bien mi trabajo actual. Siempre ha habido cazadores y cuidadores en este planeta, el asunto es saber quién es la presa.

Cuando usted se entere por la prensa de un rescate, ese no fui yo, solo los que no informan son los míos. 

Ahora trabajo en el medio oriente, en donde está la verdadera acción. 

                                                                                                                         JoseFercho ZamPer 

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