Oh mi soledad.



No hay momentos más dolorosos para un hombre enamorado, que la muerte de su esposa.

El dolor es demoledor, la soledad es abrumadora, y no se entiende el por qué ni el para qué.

La mente se pierde en una mirada al universo infinito, su presencia y su compañía, ya no están, pero no aceptamos las de otros.

Todas sus cosas: ropas, zapatos, carteras, bolsos, etc. Las que antes me causaban alegría, ahora traen recuerdos que entristecen mi alma. La mejor decisión fue regalarlo todo a quienes las querían, a la final, solo son cosas.

El primer aniversario de casado después de 31 años, que lo paso solo y triste, muy triste. No se imaginan cuantas noches me he acostado llorando y palpando la cama, y saber que no hay manera alguna de hacerla volver; ni siquiera en otro ser.

Cuantas veces he sentido la necesidad de cambiarlo todo, de comenzar de nuevo en cualquier otro lugar, pero pienso que el sitio a donde vaya no es suficiente para sanar mis entrañas, además, he leído que es necesario hacer el duelo, aceptar la realidad, y afrontar con coraje la pérdida, aunque esto me genere un vacío en todo mi ser.

Ya no extraño el hacer el café en las mañanas, lo extraño es tomármelo solo.
¿En cuánto tiempo se completa un duelo?

Nunca me ha gustado estar deprimido, por lo que, el aferrarme a los recuerdos de ella, es una ruta segura al fracaso.   

Ahora entiendo a las viudas que no se han vuelto a casar, parece que el sentimiento de que su esposo o esposa es único e irremplazable se vuelve real, pues “todo tiempo pasado fue mejor”. Y el peso de la culpa se acentúa con el duelo, lo que dejé de hacer se vuelve insoportable.

No sé si existan terapias que realmente ayuden a sanar estas tristezas, pero, esperar a que el azar o la suerte cambien mi situación emocional, no creo que sea la solución; porque construir una relación nunca es fácil y toma tiempo. Tal vez nunca se supere, pero se aprende a vivir con eso.

El sacerdote nos dijo un día; el matrimonio es “hasta que la muerte los separe”, pero creo que estaba equivocado, “pues va más allá de la muerte, por lo menos varios años más”.

¿Habrá alguien que nos haga sentir algo parecido a lo que sentimos con la ya extinta pareja? Cuando nos golpea el destino, parece que sólo queda resistir, pero la vida sigue su curso como los renuevos de una planta, pero en un abrir y cerrar de ojos, todo puede cambiar. Y aunque sus ojos se cerraron, el mundo sigue girando; y no sé a dónde nos lleve.

Yo no podía creerle, pero algo me decía que entrara en razón, fue algo inexplicable.

Mis hijos tan afectados como yo, se quedaron cerca de mí, no conozco la diferencia entre ser viudo o ser huérfano de madre, pues el silencio en mi cabeza me impide ver mi interior.

Otra forma de amanecer.

No todo es color de rosa, eso ya lo sé y con mucha nostalgia.

Es duro perder la pareja tras un periodo de enfermedad, aunque uno se va haciendo consciente de que ese sería el destino más probable, cuando sucede, se siente que todo se derrumba. 

Después de la muerte de mi pareja, quedé como cuando entramos al colegio por primera vez, un tanto desubicado. Con tres hijos mayores de edad, en fase universitaria, era obligatorio seguir viviendo.

Después de 32 años de vida juntos, se está lo suficientemente acostumbrado a convivir con la pareja. Todo se hace complicado, de la noche a la mañana estaba solo, y fuera de trabajar, ¿qué más habrá por hacer? Me sigo preguntando.

Algunos dicen que la viudez es más difícil de sobrellevar para los hombres que para las mujeres, eso tampoco lo sé. Espero que así sea, por el bien de ellas.

Para evitar que mi vida se desmorone, y sobreponerme a tan horrible pérdida me he dedicado a buscar a Dios en mi interior, a pasar más tiempo a solas y contemplar la obra de Dios, a repasar mi vida anterior, en busca de todo lo que tengo que mejorar, pues necesito demostrarme que hay vida después de la viudez. Y así ayudar a mis hijos en todo lo que esté a mi alcance hacer.

Otros dicen que el tiempo sana las heridas, eso tampoco lo sé, aún no ha pasado mucho tiempo. Pero la sensación de ausencia me lleva a una soledad existencial profunda, sin saber que sigue en la vida, que hay por hacer y porqué hacerlo. A la distancia se puede ver un mejor panorama, el problema es el aquí y el ahora.

Mi madre me enseñó a valerme mi mismo en cuanto a las tareas de la casa y a no depender de otros en mi diario vivir. Tal vez porque ella también enviudó joven y con varios hijos menores, dentro de ellos, yo. El asunto es que sentarse a la meza a tomar el café o la cena solo, es bastante triste.

Con las ventajas que nos da la internet, ahora tengo mucho por hacer, trabajo y estudio, pero a solas, mi vida social es poca; no encuentro con quien compartir mis tristezas.

La lucha contra la depresión o la ansiedad se hace real, hay crisis transitorias, pero en verdad que me he parado firme frente a ellas, para eso me es necesaria la fuerza espiritual.

En este sentido, ya creo haber superado la etapa de “negación”, pero estoy en la toma de consciencia, ya acepto y reconozco mi pérdida. Aunque todavía sueño con ella seguido, ahora veo la casa muy grande, el cuarto, la cama y hasta el closet están casi vacíos.

Gracias a Dios, mi hijo mayor ahora tiene esposa y una hermosa bebe, quienes llenan de alegría y luz la casa. Eso me ayuda muchísimo, sobre todo mi nietecita hermosa, es un bálsamo a mis heridas.
En la vida hay momentos difíciles, lo sé muy bien, pero contar con el apoyo de los hijos, y con el amor desinteresado de mi nieta, pues solo tiene meses de vida, es una ayuda maravillosa, me inspira a vivir por muchos años. Pues hay mucho por hacer.

Algo muy importante es llenar ese vacío que queda en el corazón, aquí es donde necesitamos el amor de Dios, pues no creo que ser humano pueda llenarlo.

En todo caso, experimentar sentimientos y manifestarlos, lo hacemos todos los días, pero creo que recuperar las fuerzas y disfrutar de la vida que nos queda, es tarea de todos.

Al escribir esto voy experimentando que la vida como la muerte, es algo muy común a todo ser humano. Y que es bien difícil dejar de tajo las experiencias vividas con mi pareja durante tantos años, pero que de ello depende también mi futuro en este mundo, que, aunque con grandes dificultades, sigue siendo muy hermoso.

También quiero decir que escribir sobre mis miserias, me libera el alma. Por lo que, lo seguiré haciendo, aunque me cueste lágrimas y regaños.

JoseFercho ZamPer

1 comentario:

  1. Jesús, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones... Hace bien en afirmarse en Él

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